Quebradero

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Es lo que hay

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

 

La irregularidad y la esperanza-desesperanza es una película vista muchas veces por los aficionados cuando tenemos de frente a la selección de futbol en los mundiales.

Los de pantalón largo y los entrenadores tienen preparado su discurso más justificando que explicando las cosas. Las selecciones siguen sin dar el paso que nos lleven al quinto partido o para que sean adultas.

El futbol nos emociona o nos hace sufrir cada cuatro años. Ayer la esperanza parecía tener puerto de llegada, pero por las razones que se quiera la victoria terminó sabiendo a derrota en medio de una emoción anticlimática.

El juego contra Arabia Saudita mostró una cara que hace tiempo no se le veía al equipo. La disposición, la voluntad, el sacrificio y el sentido del juego apareció como por arte de magia. Todos los partidos son obviamente diferentes y no se pueden jugar de la misma manera. Poner el esquema con que se jugó ante Arabia Saudita con Argentina hubiera sido un suicidio, lo que no se vale es morirse de nada.

En el futbol suele suceder que algunos equipos cambian de un juego a otro; sin embargo, selecciones como Argentina pueden tener un mal partido, pero es realmente difícil que jueguen dos partidos malos. Arabia Saudita ganó el juego de su vida, con Roll Royce de por medio, contra Argentina, algo similar le pasó a México en Rusia contra Alemania. Es evidente que no se puede ir al mundial a jugar un solo partido.

El gran esfuerzo que hicieron los jugadores ayer acabó por ser el motivo por el cual al final Arabia Saudita definió la eliminación del Tri. Los árabes poco hicieron a lo largo de juego, en el último minuto se encontraron con una pelota perdida a la mitad de la cancha que agarró saliendo al equipo de México con lo que crucificaron a Ochoa.

La selección estaba fundida. Había sido un gran esfuerzo cargado de altas dosis de adrenalina en un partido que debió definirse desde el minuto 75. México fue eliminado por la suma de las cosas. Al inicio del mundial los aficionados olvidamos el tormentoso pasado y nos llega la esperanza, la algarabía y el relajo, porque además de que estamos ante una fiesta es un nuevo torneo en donde todos empiezan de cero.

Sin embargo, los grandes llegan con ventajas propias de sus capacidades que no tienen los equipos de media tabla. Estas selecciones, los grandes van por objetivos concretos que son al menos llegar a la semifinal y en equipos como Brasil, Argentina, Francia e incluso la irregular Alemania, lo contrario a esto es un total fracaso.

¿Por qué cambió tanto la selección de un partido a otro? Hay diversas razones, las cuales pasan por la actitud de los jugadores, sus temores, a los que se incluyen los del entrenador, pero también cuenta y mucho el rival. Arabia Saudita fue a dar la vida contra Argentina a diferencia de lo que hizo ante Polonia y México; quizá sus jugadores estaban más atentos a la entrega del Roll Royce.

Sin soslayar el gran esfuerzo de ayer, queda claro que el equipo se la pasó en la irregularidad con su colofón en Qatar. La esperanza resurge cada 4 años por el gusto de los aficionados por el juego y por la necesidad imperiosa de tener un equipo realmente competitivo.

Viene la historia conocida. No podemos quedarnos con los pasajes del juego de ayer. Para evaluar hay que referirse a Polonia y Argentina y el largo y confuso proceso de 4 años en que había evidencias de que las cosas no estaban saliendo optando por no cambiarle a la selección ni una coma.

El futuro es de nuevo un volado. No vemos por dónde derribar los muros bajo los que estamos atrapados en la cancha y fuera de ella.

México está fuera del mundial por un gol, pero sobre todo por la suma de las cosas que se han vivido por décadas; es lo que hay.

 

RESQUICIOS.

No había cómo aprobar la Reforma Electoral y el plan B. Todo lo van a mandar para el 3 de abril del 2023, fecha en que se tiene que designar a 4 nuevos consejeros del INE. Viene más grilla y más presión, por lo pronto no pudieron.