Acarreo llena marcha de AMLO, pero tras cinco horas, muchos ya no esperaron su discurso y abandonaron el Zócalo, que nunca lució abarrotado

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Miles acompañaron al presidente Andrés Manuel López Obrador en su marcha a lo largo de Paseo de la Reforma, sin embargo ya no se quedaron a escucharlo en la Plaza de la Constitución.

«Esta marcha es el apoyo popular a la Cuarta Transformación», resumía muy temprano el Canciller Marcelo Ebrard, antes de lo que sería la maratónica contramarcha de AMLO.

Lo que se perfilaba como una rápida y tempranera movilización del Ángel de la Independencia al Zócalo, se convirtió en una sesión de siete horas.

Los simpatizantes de la llamada Cuarta Transformación atiborraron Paseo de la Reforma con miles de manifestantes y convirtieron en estacionamiento de camiones vialidades en torno al Ángel de la Independencia.

Sin embargo, la plancha del Zócalo nunca logró colmarse de simpatizantes debido al desorden con que avanzó el Presidente.

El Mandatario inició su caminata a las 9:16 horas y casi cinco horas después llegó al Zócalo donde López Obrador dio un discurso en el que reivindicó su modelo de Gobierno como «humanismo mexicano».

Las «corcholatas» de Morena, los aspirantes presidenciables Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López se concentraron frente al Ángel y ahí esperaron al Mandatario envueltos en una burbuja de simpatizantes.

-¿La marcha va servir para medir músculo entre las corcholatas?, se le preguntó a Ebrard al filo de las 9:00 horas.

«No es el objetivo, no; estamos haciendo causa común», respondió al tiempo que tenía a menos de un metro de distancia al Secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Apenas avanzó unos minutos y optó por avanza por su propia cuenta, dejando atrás a Sheinbaum y López, que se convirtieron en escuderos del tabasqueño.

La Presidencia no previó un operativo especial para que López Obrador avanzara sobre Paseo de la Reforma sin mayores contratiempos.

Por lo tanto, cuando el tabasqueño llegó, se encontró con cientos de manifestantes que se abrían paso entre empujones y codazos para tratar de acercársele.

A falta de un pasillo o valla humana, López Obrador comenzó a avanzar lentamente entre tumultos, empujones, gritos y personas que hasta perdían los zapatos.

«Uffff, uffff, ayyy, no empujen», se quejaba la Secretaria de Medio Ambiente, María Luisa Albores, de los apretujones, al tratar de seguir el paso de AMLO unos metros atrás.

La Ayudantía del Presidente, a cargo de Daniel Asaf, que designó a por lo menos 12 de sus integrantes para resguardar al Mandatario, se vio rebasada desde los primeros metros.

Tampoco pudieron hacer mucho militares vestidos de civil que trataban de abrirle paso al Jefe del Ejecutivo, ni personal de Logística de la Jefatura de Gobierno de la CDMX.

López Obrador caminaba lentamente, imposibilitado de hacerlo con mayor velocidad, y también usaba los los brazos para hacerse camino e incluso evitar caerse.

Eso sí, se detenía frecuentemente para saludar a la gente, alzar los brazos, levantar el puño izquierdo en alto y hasta recibir peticiones. Una vez levantó una gallina, también posó con un perro en los brazos.

Al cruzar la antigua Glorieta de Colón, López Obrador comenzó a avanzar con mayor velocidad al aprovechar una improvisada valla humana hecha por simpatizantes.

Pero al llegar a la Avenida Juárez, y luego en Calle Madero, se volvió a atorar, pues la valla se rompía una y otra vez a pesar de los reiterados llamados y hasta gritos de no hacerlo.

López Obrador llegó a la Plaza de la Constitución tras cinco horas de marcha y acompañado de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y López Hernández.

Aunque hubo tiempo de sobra para armar un operativo que permitiera al Mandatario caminar con mayor libertad hacia el templete, se volvió a encontrar tumultos.

Incluso, metros antes de llegar a la zona con vallas -que conducía al templete-, López Obrador se quedó atorado, sin poder avanzar, durante varios minutos.

El titular de la Segob se notaba preocupado, mientras la Ayudantía trataba de hacer lo posible para liberar el paso y que el Mandatario llegara a dar su discurso.

Tan pronto inició el discurso del tabasqueño, decenas de personas comenzaron a retirarse de la Plaza de la Constitución, acaso por el tiempo de espera y el calor.

Un hueco se comenzó a formar en un extremo de la parte sur del Zócalo, exactamente el que da a la Jefatura de Gobierno capitalina.

Cuando López Obrador cerró su discurso hablando del «humanismo mexicano», el hueco se había hecho más notorio y calles como 16 de Septiembre lucían flujo constante de manifestantes en retirada.

Con información de Reforma