El INE y su encuesta
Por Javier Solórzano Zinser
Sin importar las razones que tuvo el INE para no difundir, como regularmente lo hace, la encuesta a la Reforma Electoral presentada por el Presidente, lo que terminó quedando en los medios y redes fue la percepción de que se quiso pasar por alto debido a sus resultados.
La encuesta fue hecha en septiembre y muy probablemente los resultados de la misma hoy tendrían otra tendencia. Se ha dado un debate intenso sobre la reforma a lo que se suman los muy interesantes y atractivos foros del Parlamento Abierto organizados en San Lázaro sobre el tema.
Si bien pudo haber sucedido que fueran motivo de interés fundamentalmente de los legisladores, medios de comunicación y redes sociales, su difusión fue ganando audiencias, más allá del llamado círculo rojo.
Los foros fueron de enorme relevancia. La difusión de ellos a través del Canal del Congreso alcanzó una audiencia, entre los encuentros para la televisión y los de la Jucopo, de cerca de 4 millones de personas. El tema fue más allá de especialistas y legisladores. Sería fundamental que por ningún motivo se pasen por alto a partir de hoy en que va a iniciar la discusión en comisiones en la Cámara de Diputados las conclusiones y propuestas que se hicieron.
El INE ayer informó que la encuesta es parte del ejercicio habitual que hace el área de comunicación social, reconoce también que algunas preguntas fueron desafortunadas.
Los resultados de la encuesta tienen mucho que ver con momentos y el tipo de preguntas que se hicieron. No pareciera que el ejercicio tenga el mismo valor si se hubieran planteado de otra manera las preguntas y sobre todo si se hace en el momento actual, el debate ha ido cambiando el rumbo de las cosas.
Sin embargo, la forma en que se llevó a cabo el proceso provocó que surgieran dudas, porque más allá de que eventualmente no esté en el ánimo del INE la opacidad, queda la percepción de que se estaba haciendo algo que impidiera la difusión de los resultados de la encuesta por lo que estaban arrojando.
Cuando se aplicó en septiembre sólo el 27% de los entrevistados conocía el contenido de la Reforma. Las preguntas tenían que ver con aspectos en los cuales queda la impresión de que se quería conocer cómo veíamos el funcionamiento del Instituto, el problema es cómo y el momento en que se hicieron y las consecuencias que puede traer cualquier decisión que se tome sobre el Instituto.
No hay duda que es necesario plantearse por el costo de las elecciones; por las altas cantidades de dinero para los partidos; por la reducción de diputaciones y senadurías a nivel nacional; por la reducción de recursos que se otorgan al INE; por la designación de los consejeros electorales; por el papel de las OPLES, entre otros temas.
Es probable que las respuestas, un mes después, sobre estos aspectos tengan variantes. La razón está en que se han venido debatiendo las consecuencias que pudiera provocar en la democracia del país la reforma. Recientes encuestas han mostrado miradas ciudadanas diferentes de lo que se conoció hace dos meses.
Sin embargo, en el agarrón que se trae el Presidente, su gobierno y Morena con el INE el hecho de que no se haya difundido la encuesta en los mismos términos en que se han dado a conocer otras, se convierte en un señalamiento al instituto que le viene en el peor momento.
El momento le puede caer “como anillo al dedo” al Presidente. Veremos qué pasa en la mañanera de hoy, pero como fuere, hay que hacer un gran esfuerzo para concentrarnos en lo que hay que debatir bajo el gran riesgo que representa una reforma que cambiaría las formas democráticas, por más imperfectas que sean, para entrar en la centralización de la cual venimos huyendo.
RESQUICIOS.
Ricardo Monreal está entrando en los terrenos de cuando el futuro lo alcance. La semana que entra la estridente gobernadora le va a mandar mensajes para tratar de evidenciarlo y empujarlo a dejar Morena, presumimos que el Presidente no es sólo un espectador.