Quebradero

Share

Negros nubarrones

Por Javier Solórzano Zinser

López Obrador no se ha metido en los aspectos estrictamente religiosos, lo que ha hecho es hablar de las concepciones de personajes que tienen una filiación religiosa.

Lo que ha hecho es defenderse o algo parecido, lanzando todo tipo de pullas bajo la interpretación de que en el fondo lo que están haciendo es criticar y señalar su proyecto de gobierno, el cual defiende como una verdad absoluta, siendo que la verdad es un concepto colectivo.

Los ánimos no han dejado ni dejarán de estar caldeados. El Presidente ni por asomo busca puntos de encuentro con quienes plantean críticas, más bien si algo quiere es confrontarlos, dejando en claro que por ningún motivo va a ceder.

Recordarle a los jesuitas las matanzas de otros sexenios es pasar por alto los muchos problemas que se han presentado en su administración, los cuales por más que sean heredados ya son cargados a su cuenta.

Los jesuitas no están buscando atacar al Presidente nos dijo enfáticamente el padre Pato: “La muerte de nuestros hermanos nos hizo tomar mayor conciencia de lo que está pasando en todo el país, no tiene sentido que digan que estamos en contra del Presidente o que vamos a apoyar otra alternativa política en 2024, lo que queremos es que se tome conciencia de lo que pasa, porque hay evidencias de que la estrategia no está funcionando como cree el Presidente”.

El padre Pato lleva más de 30 años de vida pastoral en la Sierra Tarahumara. Ha visto a lo largo de estos años la presencia de la delincuencia organizada, “no nos metemos con ellos ni ellos se meten con nosotros”. Lo que pasó, nos dice, forma parte de un rompimiento de límites que nunca se habían tocado.

El Presidente tiene otra lectura de las cosas. Cuando habla de la relación de los jesuitas con el poder económico del país termina por tener una mirada parcial y en ocasiones limitada de lo que ha venido haciendo la congregación a lo largo de siglos.

En su defensa de su proyecto de gobierno y de la 4T, como proyecto único de gobernabilidad para el país, confrontó a los jesuitas en lugar de sumarlos. No hay que pasar por alto la reacción del Papa sobre los muchos muertos por hechos violentos en México.

Va quedando la impresión de que en la medida en que se acerca el final del sexenio, el Presidente está radicalizando su discurso, a querer o no, se le está acabando el tiempo y está forzando la máquina sin quizá darse cuenta lo que puede estar provocando y que por ahora no se ve, pero que tendrá secuelas en el mediano y largo plazo.

Buscando increpar a Carlos Alazraki por las críticas que regularmente hace a su gobierno utilizó la palabra “hitleriano” para calificar los argumentos del destacado publicista, la reacción de la comunidad judía era previsible y se dejó venir.

No fue por ningún motivo una reacción propia de un personaje que esté encabezando la vida del país. El tono conciliatorio en circunstancias como ésta debiera prevalecer, por ningún motivo estamos insinuando que debiera pasar por alto las críticas que se le hacen, lo que está haciendo diferente es la forma en que está respondiendo.

El país como muchas otras naciones podría quedar dividido en mitades, porque a pesar de la popularidad del Presidente, no se vislumbra que se repita una elección como la del 18 en donde 30 millones de ciudadanos votaron por quien ganó las elecciones.

Se vienen negros nubarrones, porque algunos escenarios se han venido descomponiendo y la economía va a entrar en terrenos de pronóstico reservado.

Meterse en terrenos de peleas de callejón por los jesuitas y la comunidad judía lleva a más terrenos de pronóstico reservado.

RESQUICIOS

El aeropuerto capitalino está en los límites. Las líneas aéreas tienen mucho que ver, pero está a la vista el descuido bajo el que se encuentra. No tenemos elementos para decir que es una estrategia para irse al AIFA, el cual está lejos de ser opción, pero para los viajeros volar es una pesadilla, los responsables de ello tienen nombre y apellido.