Quebradero

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El PRI y la alianza, ¿un mal necesario?

Por Javier Solórzano Zinser

En el tricolor no entendieron el 2018. Se podrá rehacer o algo parecido al amparo de Morena, pero no se ve por dónde pudiera reinventarse o refundarse. Pudo haber conciencia entre los priistas del momento, pero nadie hizo nada de no ser buscar la presidencia del partido en medio del caos y descrédito.

Una cosa es que los priistas se vayan integrando a Morena, digamos que sería su hábitat natural al igual que el PRD, y otra muy distinta es que al integrarse o algo parecido le pueda ayudar a sobrevivir, la integración termina por el inicio de la extinción.

Los priistas en desbandada están entrando por la puerta de atrás. Llegan a una organización en la que no les queda de otra que hacer fila. Las cosas al interior de Morena no son sencillas, porque dentro hay quienes quieren hacer valer su militancia y su tiempo en el partido. Los “fundadores” no permiten capacidad de maniobra, de no ser que desde Palacio Nacional se tire línea, como en ya varias ocasiones ha sucedido.

Morena tiene que ver efectivamente con el PRI, pero también va siendo poco a poco otra cosa. El partido del Presidente se parece al tricolor de los 60 y 70, pero no se le alcanzan a ver muchos elementos que lo distinguieron en los últimos años.

El PRI no tiene ni pies ni cabeza. Creyeron que para conservar el poder bastaba con tener un candidato atractivo en el 2012 sin percatarse cuáles eran las condiciones en que se dio su triunfo. Al paso de los años el candidato hecho presidente se convirtió en una carga para el partido y, sobre todo, para el país.

El voto de 2018 fue por López Obrador, pero también fue la manifestación abierta en contra de Peña Nieto y todo lo que tuviera que ver con el PRI y en cierta medida con el PAN en donde sí parece que haya cierta dosis de acuse de recibo.

En su momento Peña Nieto revivió a un PRI que venía en picada. Se hablaba de una nueva generación, la cual terminó huyendo, en la cárcel, escondidos, de testigos protegidos o aislados. Su triunfo en 2012 fue la suma de circunstancias más que el partido y su proyecto le diera un giro al país. El PAN después de 12 años ofreció muy poco para la sociedad, la expectativa se diluyó a lo que se sumó que López Obrador no logró conectar en ese tiempo con la mayoría de la población.

En la elección del 2012 el tabasqueño perdió por razones internas, las cuales tuvieron que ver con él mismo y su partido, el PRD. No tiene mucho sentido señalar al aparato de gobierno como elemento central de su derrota, a diferencia del 2006 en donde no se le permitió pasar por ningún motivo.

El PRI está sin pies ni cabeza y no se ve cómo pueda recuperarse. El lío que trae su presidente debería preocupar seriamente a los priistas, los que quedan, pero también a los integrantes de la alianza que ha formado con el PAN y el PRD.

El tricolor se ha ido convirtiendo en una mala marca política. Su presidente está siendo señalado sin pasar por alto que algo de esto tiene que ver con el tema de la Reforma Eléctrica. Como fuere, Alito tiene control de buena parte del partido. Le andan echando el aparato, además de que “el pasado lo condena”. La gobernadora de Campeche echó a andar toda su maquinaria para desacreditarlo, lo que incluyó cantarle “Las golondrinas” con mariachi.

Parece que el otrora partidote va a terminar por ser en el 24 un mal necesario para la alianza, porque como están las cosas andan buscando sacar a Morena como sea y para eso hasta el PRI parece ser bueno, y por lo que se ve, no importa ni el descrédito y ni los líos en que anda el tricolor.

RESQUICIOS.

Terrenos pantanosos. Mientras el TEPJF con base en una investigación presentó las muchas irregularidades de las y los gobernadores de Morena en la consulta sobre la revocación de mandato, la Jefa de Gobierno asegura que no violaron la ley. Si no les gusta la ley cámbienla, pero mientras, aunque tampoco les guste, “la ley es la ley”.