Los nuevos nadies…

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Por Victor Roccas

Conforme la edad se acumula a mi encuentro, la vejez asoma curiosa mi testa y tez, las incertidumbres se hacen abundantes y las respuestas agobian, el recuento que mi pensamiento agolpa sobre la existencia mundana y el quehacer social se torna tan claro como profundamente complicado.

En la antigua democracia griega el voto solo concernía a los considerados aptos y capaces de analizar y tomar una decisión profunda en cuanto quienes administrarían el Estado, por tanto se discriminaba ya entonces a la mayoría por sobre el criterio y voluntad de unos pocos.

Hoy la moderna democracia recae en la fe y esperanza de millones de obnubilados que de ser posible votarían igual por Santo Cristo, Papá Noel, Ronald McDonald, Memín Pinguín, Lola la Trailera, Bad Bunny o cualquier individuo nefasto como lo son y han sido cada presidente y gobernante elegidos por millones de pendejos sin consciencia ni razonamiento político, entes esclavos de la demagogia y la ignorancia, la visceralidad e insensatez, rehenes de la partidocracia y el sistema electoral marginal y sesgado, secuestrados por el atávico deseo de servir y someterse a la fe y a la esperanza.

Desde hace años he argumentado, y lo sigo haciendo, que el voto es un ejercicio estéril para el bienestar social en las condiciones actuales y por ende para el ciudadano común, que el voto es una herramienta que no se utiliza de manera adecuada y ni al menos en todo su rendimiento porque ni al gobierno, ni a la partidocracia, ni a los intereses financieros les conviene sea conocida la real repercusión del voto.

El voto ha sido y sigue siendo el mantel de la fiesta demagógica por excelencia, el aquelarre de las brujas de la opinión popular, el punto orgásmico de la fe y la esperanza como últimos residuos de la caja de Pandora, la definición del origen de todos los males para la humanidad…

Por ello, para este escribidor, es hoy más claro que antes el voto es un engaño, siempre lo ha sido pero además ha sido perfeccionado su truculento uso por parte de un sistema de manipulación de masas llamado en este caso democracia mexicana, o pintorescamente, participación ciudadana. Pues como siempre la participación del ciudadano se ciñe a la voluntad e interés de un grupo de mierdas que ostentan el poder y definen en qué se participa o no.

De no ser así y la voluntad del pueblo fuera ejercida por real participación ciudadana, Ebrard estaría mezclando cemento con una pala mientras Slim acarrea carretillas con escombro para reconstruir la línea 12 del metro, entretanto Sheinbaum y su séquito clavan la madera del cimbrado como preliminar castigo por su irresponsabilidad, e igualmente la cuadrilla de expresidentes estarían picando roca y preparando los cimientos en Santa Lucía, Dos Bocas, las obras de Tren maya y el corredor del Istmo.

La familias de exmandatarios y alcaldes corruptos estarían buscando fosas clandestinas al encuentro de cadáveres de jóvenes asesinados por el crimen organizado, limpiando y barriendo calles uniformados con los emblemáticos uniformes anaranjados y a Ricardo Salinas Pliego se le rentaría un espacio banquetero al borde de carretera fuera del Nuevo Aeropuerto para elaborar y vender Tlayudas a resguardo de un inspector de calle hasta pagar los miles de millones que adeuda o su muerte, lo que suceda primero.

Pero no estimado lector, la participación ciudadana en este pinche país es como untarse vaselina después de ser sodomizado.

Por ello el significado de “la mayoría” ha sido deformado hasta la justificación para que los más corruptos individuos accedan al poder total sin restricción, para igualmente encumbrar a la idolatría a personajes que merecen realmente al menos residir en un instituto psiquiátrico o un penal de máxima seguridad.

Sin embargo y gracias a ese concepto de “mayoría democrática” la sociedad debe sufrir cada gobierno como si de una penitencia bíblica se tratase.

Mientras tanto el espectro completo de “sabios” políticos y “eruditos” de la comunicación nos dispensan edulcolorados argumentos del más maravilloso acto cívico, el voto, como la panacea de la democracia, entretanto los reales poderes detrás del telón de la democracia ordenan a sus actores, escenarios, guiones, butacas, música, temporadas, horarios, etc, para que el espectador crea que su voluntad define el desenlace de la obra llamada democracia mexicana y participación ciudadana…

Pues lamento repetirlo, es así, millones de ciudadanos no hemos encontrado quien nos represente dignamente. No ha existido ni uno solo de nuestros gobernantes que merezca ejercer la administración del Estado a cabalidad, todos, y reitero todos han sido y son una caterva de politiquillos mezquinos, miserables, rateros, demagogos, tramposos, crueles héroes caricaturescos que a base del ramplón patriotismo y amor por México han convertido la nación en un país bananero, sea en manos del PRI, PAN o MORENA.

Efectivamente y no es casualidad, las votaciones por motivo de la cacareada “Revocación de mandato” resultaron nuevamente un fracaso para la democracia, también evidenciaron que “la mayoría” es una expresión rocambolesca que disfraza la asombrosa discriminación de millones de ciudadanos que no encuentran quien les represente, pues a los poderes y gobierno no les interesa brindar representación digna a esa mayoría de ciudadanos, dejando que un puñado de fanáticos masturbados sean, por supuesta mayoría partidista, quienes “decidan” qué hijo de puta controlará el destino de millones.

¡Incluso este circo electoral evidenció la miserable calidad de personajes que se anidan en cada partido político, sobre todo en los llamados partidos de oposición, haciendo un increíble llamado histérico a no votar!..

¡Y he aquí la sorpresa querido lector!: La cúpula de la opinión política mexicana descubrió el agua caliente y el hilo negro; la abstención del voto también sirve como evidencia representativa de un país mal gobernado. ¡Lo cuál por supuesto es cierto! Lo he escrito innumerable cantidad de veces, pero al ser expresado por tanto ojete politiquillo del PRI, PAN y otros lamehuevos del PRI y PAN, parece lograron darse un balazo en el pie por desesperación…

Y como desde hace años lo expresé votar es firmar en blanco y entregar el documento al mayor hampón del sistema electoral y partidocrático, y al menos en este momento no estamos obligados por la Constitución a sufragar, afortunadamente para el Peje y su credo de la 4T, lo cual permite distinguir, a quien busca la realidad, que el voto (sufragio y abstención) como una herramienta muchísimo más integral para evidenciar realmente la voluntad de la mayoría y no solo de “la mayoría de una minoría” que resultan ser solo un 17% de los electores quienes ejercieron el voto en la cacareada Revocación de Mandato obligando la pregunta: ¿Por qué carajo no sufragó el 83% de los votantes restantes?

A eso se reduce la abstención electoral, a millones de personas que por motivos múltiples originan su apatía en el extravío de propias motivaciones cívicas.

Y claro que el sistema partidocrático y gobierno argumentará que tal apatía surge de la conformidad de millones que prefieren verter su voluntad en la “mayoría electoral” con credencial que ¡acude a votar!, avalando a un hijo de la chingada que garantiza absolutamente ¡nada! y que al paso del tiempo resulta ser tan ojete, mentiroso, retorcido y corrupto como los anteriores.

Millones de electores y no electores que siendo todos ciudadanos parece no existen para el Santísimo Niño de Macuspana, pues para él la fiesta democrática y evidencia del éxito de sus logros está resguardada por 15 millones de mexicanos que le alaban, le idolatran, le aplauden, algunos que realmente le aman y otros lisonjeros por conveniencia; entretanto poco más de 100 millones de ciudadanos mexicanos restantes o no existen, o son conservadores, adversarios, opositores, fifís y otras definiciones que les ubica como ciudadanos discriminados por el gobierno de la 4T, exceptuando, por supuesto, a los multimillonarios Forbes, muchos priistas perdonados, algunos panistas arropados, todos los verdes indultados y el narco cobijado.

Millones que no votan porque no encuentran quien les represente, millones que no votan porque aceptan que este país sigue siendo un crisol de corrupción, crimen, injusticia, violencia y muerte, millones que no votan porque la esperanza y la fe nuevamente se agotó en el lapso de menos de 3 años, millones que no votan porque simplemente entienden que más vale vivir al margen de gobiernos corruptos, politiquillos funestos, crimen organizado, etc…

Millones que no votan porque el gobierno no ha cumplido con sus obligaciones, millones que no votan pues el voto es la representación más dolorosa de la necesidad por una torta, una despensa, un trabajo, una plaza o peor aún la oportunidad para seguir viviendo en la marginalidad y la miseria dispensada por el gobierno dentro de la informalidad y la vulnerabilidad.

Millones que no votan porque no creen ya que el Mesías Tabasqueño, con toda su alegoría profética y apóstoles de la democracia, vaya finalmente a cumplir con las escasas esperanzas de millones de feligreses de ocasión, huérfanos de fe…Millones que ya no votan hoy porque la democracia mexicana moderna del mañana se sustenta en el próximo Profeta, Mesías o Líder que inyecte nuevamente fe y esperanza mediante el inapelable filtro de la partidocracia.

Entretanto, las primeras filas de fanáticos del dogma de la 4T seguirán, aun cuando en franca deserción, aportando votos al sistema electoral más absurdo, un sistema político electoral que discrimina a los mismos ciudadanos al no obligarse a garantizar representación digna, real, justa, responsable e integral a los millones de ciudadanos que no tienen y no encuentran por quién votar.

Más de 130 millones de habitantes, 93 millones que pueden votar, y solo 15 millones que creen están representados y por ello votan para elegir a quien decide el destino de más de 100 millones de marginados, de discriminados en un sistema que se dice “democrático” y ni un solo político hijo de puta que haya intentado cambiar esa terrible circunstancia, ya que por supuesto y bajo la sombra de esta pinche democracia cocotera, la participación ciudadana del voto y voz de 15 millones de esclavos ideológicos que experimentan espasmos púbicos al canto de “Obrador es mi pastor”, reivindica ¡muchísimo más! que el abstencionismo y silencio de 56 millones de pobres en extremo registrados por el mismo gobierno que no tienen quien les represente ni vele por sus intereses…

Porque en este país es más importante que 15 millones voten por su Rayito de Luz del Sureste y declararle su amor, entre tanto el mismo CONEVAL ha publicado que existen 100 millones de habitantes con vulnerabilidad económica desde 2021 o que en 3 años de gobierno las muertes por el crimen organizado siguen aumentando.

Estos 120 millones de “abstencionistas” y no electores, todos ciudadanos mexicanos, son los nuevos nadies, los discriminados por un sistema democrático más elitista, retorcido y crapulento que en su origen y que hoy se ostenta no por los más capaces sino por los más ojetes…

Somos los nuevos nadies, los que no tenemos representación partidista, los que no comulgamos con alguna vertiente política maniquea existente en México, los que somos invisibles por no votar y no tenemos valor alguno para los mierdas que enarbolan esta pinche democracia podrida que ahora llaman de “participación ciudadana”.