Por Sandra Luz Tello Velázquez
Se han dado diversos y múltiples conceptos para reconocer qué es la poesía, están aquellos que parten del origen etimológico del término y que aluden a la poiesis o inspiración, hasta aquellas definiciones que tratan de establecer técnicamente su vinculación con la lingüística y la estética que incorpora la idea de la expresión emotiva, afectiva, sensorial, ética, social llena de connotaciones retóricas, de sugerencias, cuyo valor depende de la elección y combinación de términos para reconocerla como arte. Sin embargo, la poesía va más allá de definiciones reales o etimológicas, la lectura y la escritura de esta, puede constituirse como la única respuesta a la emoción que posibilita la apertura del pensamiento para centrarse en la expresión del sentir.
La poesía le abre la puerta al lector para encontrarse con múltiples posibilidades sensoriales, con imágenes aunadas a sentimientos que se transforman en forma y sentido a través de las palabras. El sonido es fundamental, la armonía rítmica transporta los sentidos para provocar reacciones fisiológicas alteradas y la alegría, la tristeza, el amor, el desamor al fin pueden ser nombrados.
El poema, esté escrito en verso o prosa, tendría que leerse primero en voz alta para sentirlo, para tutear a la palabra, es decir hablar de tú con el poema, para después ampliar el espectro al conocer y trabajar con la rima, el ritmo, la métrica, las figuras retóricas literarias, los recursos lingüísticos. Se debe jugar e interactuar con las palabras manteniendo el hecho de que, como en todo juego, hay reglas y que las orientaciones comunicativas y lúdicas de la lectura de un poema son básicas.
En Arte Poética, Jorge Luis Borges expresa que la poesía es el caudal del tiempo y de rostros en que nos perdemos, es mirar la vigilia, el sueño, la muerte, el temor a la misma, la poesía es arte como el mirar de Ulises frente a Ítica y su eternidad, la poesía es interminable, es constante, pasa y permanece.
Finalmente, es sencillo comprender porque celebramos a la poesía en marzo, en el mismo día que inicia la primavera, pues la poesía reverdece, nutre, llena cosecha desde el interior. La Poesía es el recital de intimidades, son los jeroglíficos tatuados que recuerdan las líneas de los que aman, correspondidos o no, es el canto que se deshace de lo apalabrado, la lengua portentosa transformadora del afán que los griegos hicieron canción.