Remembranzas

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A 400 años del nacimiento del gran maestro de la comedia

 

Por Leticia Perlasca Núñez

 

Jean-Baptiste Poquelin, mejor conocido como Molière, fue dramaturgo y actor francés. Nacido en una familia de la rica burguesía comerciante, su padre desempeñaba el cargo de tapicero real.

El teatro vivió su apogeo, París fue el centro de las actividades teatrales, pero los actores de la época no eran bien vistos por la opinión pública y excomulgados por la iglesia. El rey Luis XIV firmó una ley que prohíbe la descalificación de la profesión de actor. El rey financió las compañías, el Cardenal Richelieu inauguró nuevos teatros como el Palais Cardinal y el Palais Royal.

Algunos historiadores afirman que Molière se licenció en derecho y sólo entonces comenzó a dedicarse al teatro. Junto con los hermanos Béjart, fundó la compañía «Illustrious Theatre» y adoptó el nombre de Molière. Su empresa no podía competir con las empresas establecidas del Hotel de Bourgogne y del Marais. Sus deudas lo llevaron a prisión. Con la ayuda de su padre fue liberado y con los hermanos Béjart se unió a la compañía de «Charles Du Fresne», con quien recorrió varias ciudades del campo, representando numerosas obras de teatro, durante 14 años.

En 1643, haciéndose ya llamar Molière, fundó L’Illustre Théâtre junto con la comediante Madeleine Béjart; dirigida por ella, primero, y luego por el mismo Molière, la joven compañía intentó establecerse en París, pero el proyecto fracasó en 1645 por falta de medios, y Molière permaneció unos días arrestado por deudas.

El gran mérito de Molière consistió en adaptar la commedia dell’arte a las formas convencionales del teatro francés (para lo que unificó música, danza y texto y privilegió casi siempre los recursos cómicos) y en luchar contra las hipocresías de su tiempo mediante la ironía.

 

Otras obras suyas son El médico a palos (1666), sátira sobre la profesión médica y su última comedia El enfermo imaginario (1673) en torno a un hipocondríaco. Irónicamente, pocos días después del estreno, en plena representación, Molière se sintió indispuesto y falleció al cabo de unas horas, el 17 de febrero de 1673 en París.

 

Su epitafio escrito por él mismo dice así: «Aquí yace Molière el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien«.

 

@PerlascaLety

 

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