Quebradero

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Diagnóstico y gobernabilidad

Por Javier Solórzano Zinser

Todo indica que el gobierno no ha atinado en el diagnóstico sobre el CIDE y el INE.

Más bien han prevalecido un conjunto de lugares comunes que no las definen. Se han hecho afirmaciones que llevan a diagnósticos que no ayudan a tomar decisiones que le permitan actuar como se lo propone.

Más allá de lo que se quiera hacer, lo cierto es que por la forma en que se está abordando la situación no hay manera de llegar muy lejos de no ser que sea a través de la imposición.

La apuesta no es la mejor. La razón principal está en que al no tener claridad de lo que sucede con estas instituciones, todo lo que se haga a partir de ello no llevará necesariamente a una transformación constructiva, más bien prevalecerá el ataque como estrategia.

No es la primera vez que el gobierno hace diagnósticos sobre asuntos nacionales en los cuales se mueve a través de lugares comunes y no a través del conocimiento. El pasado ha sido tan mencionado que por momentos pareciera que nada funcionó en lugar de retomar las virtudes del pasado para construir el presente anhelado.

Se han tomado muchas decisiones sin tener diagnósticos precisos. El tema es importante porque por más que se haya creado una unilateralidad en el discurso, como si lo que se dijera desde el ámbito presidencial fuera cierto, verdadero e inapelable, la realidad marca otros derroteros.

La multicitada expresión “tengo otros datos” no ha respondido en muchos casos para mostrar que las cosas sean distintas. Hablar de “otros datos” ha terminado por ser un mecanismo para tratar de acallar la crítica, pero no necesariamente ha sido un elemento que sea sinónimo para demostrar con hechos que las críticas hacia el gobierno no procedan o merezcan ser atendidas y respondidas.

La importancia de un buen diagnóstico es lo que permite una gobernabilidad efectiva. Si bien muchos asuntos pasan por el terreno de las subjetividades y por las diferentes formas de verlos, en otros existen elementos concretos que debieran ser la base para las decisiones que se toman desde el gobierno.

La percepción que a veces se tiene sobre la forma en que se está gobernando tiene mucho que ver con la ausencia de diagnósticos para los problemas y las propuestas que se hacen.

Hay muchos asuntos en los cuales el gobierno ha hecho importantes apuestas que por ahora todavía no alcanzamos a ver del todo. Llegará el día en que el gobierno estará en la obligación de mostrarnos lo que ha hecho más allá de los discursos. Ése será el momento clave, pero por ahora y en función de la forma en que se han abordado algunos asuntos, queda la impresión que no se ha tenido el mejor de los diagnósticos.

La sistemática negativa a reconocer virtudes del pasado ha llevado al gobierno a empezar de cero, porque no se ha querido hacer un trabajo de diagnóstico de los elementos que pudiera serle favorables y útiles en su gobernabilidad.

Para gobernar es fundamental tener claridad de los problemas que se enfrentan, porque es lo que da claridad en la forma de abordarlos. El gobierno tiene bien diagnosticado el tema político, su discurso sigue teniendo vigencia porque efectivamente venimos de muchos años de desigualdad socioeconómica.

Sin embargo, en lo que se refiere a los asuntos para transformar las instituciones, en muchos casos han quedado a deber o se ha recurrido a afirmaciones que no responden a la realidad de las cosas.

Con el CIDE y el INE se han hecho juicios lejanos de lo que son las instituciones sin por ello dejar de reconocer que merecen ser sistemáticamente analizadas.

Va de nuevo: los mejores diagnósticos llevan a la mejor gobernabilidad y sigue habiendo tiempo para ello.

RESQUICIOS

El asunto Novak Djokovic no ha terminado. El extraordinario tenista serbio puede convertirse en una bandera de los antivacunas, tendencia que va en ascenso. Para muchos, más allá de su país, es un héroe a lo que se suma que es un personaje destacadamente mediático.