Por Miguel Casillas
El Centro de Investigación y Docencia Económica es un prestigiado centro público de investigación en ciencias sociales, financiado por el estado mexicano, especializado en la enseñanza (desde la licenciatura hasta el posgrado), la investigación y la divulgación científica; es también un espacio de asesoría y transferencia de conocimiento.
Es una organización académica compleja. Tiene dos sedes, una en Santa Fe, en la CDMX, y otra en Aguascalientes. Ofrece cuatro licenciaturas, nueve maestrías y tres doctorados, además ofrece diplomados en su educación continua: todos de reconocida excelencia académica. Organiza su investigación en seis Divisiones que van de administración pública, economía, historia, hasta estudios jurídicos, internacionales, y políticos; que comprenden decenas de líneas de investigación. El CIDE se distingue por su alta producción académica, y su reconocida editorial que comprende libros y la producción de cuatro revistas.
El CIDE comprende una comunidad de más de cien profesores-investigadores de carrera, de los cuales 95 por ciento cuenta con doctorados obtenidos en prestigiadas universidades de diferentes partes del mundo; más del setenta por ciento pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores. Tiene decenas de profesores asociados y visitantes. En sus programas educativos participan cientos de estudiantes. Su personal técnico y administrativo trabaja de manera comprometida con la institución.
El CIDE es una institución plural, que comprende a profesores muy diversos que cultivan cientos de campos del conocimiento, con muy distintas perspectivas epistemológicas y científicas, con diferentes posturas políticas, que a lo largo de una historia de más de cuarenta y cinco años han sabido cultivar con perserverancia un ambiente académico productivo que hoy está bajo acecho.
Como cualquier institución de educación superior, en su historia han ocurrido altibajos y en ocasiones ha sido dirigida por personas impresentables. Como otras instituciones académicas, desde el campo del poder siempre ha sido vista como un botín, pues dada la naturaleza de los temas que cultiva está cercana a la formación de funcionarios de la administración pública y de la conducción económica nacional. En efecto, del CIDE como de otras muchas instituciones de educación superior, han egresado personas que luego han sido funcionarios públicos, y eso es y seguirá siendo parte de sus funciones sociales.
En el contexto del cambio de la renovación de su dirección general en el CIDE ha estallado un movimiento estudiantil y magisterial inconforme con la designación realizada bajo influencia del gobierno federal. El CIDE, como otros centros de investigación públicos, a pesar de su enorme fortaleza académica, no son entidades autónomas como las universidades, por ejemplo. Sin un gobierno democrático, sin órganos colegiados autónomos y representativos de las comunidades, los centros nacionales de investigación son muy vulnerables a las influencias del campo del poder, el propio CIDE en su historia ha padecido esta vulnerabilidad y ha estado sujeto a los vaivenes de la política nacional. Los gobiernos priístas y luego los panistas no perdieron oportunidad de intervenir y tratar de orientar el trabajo académico hacia sus intereses ideológicos y políticos. Paradójicamente, hoy el gobierno de la 4T está intentando lo mismo. En lugar de avanzar en la autonomía y la democratización del gobierno de las instituciones pareciera que el intervencionismo es el sino de los tiempos. Así como hubo un trabajo de zapa hacia las empresas públicas desde el campo del poder para favorecer la privatización neoliberal, en la actualidad estamos ante un trabajo sistemático de descalificación de las universidades y los centros de investigación desde la tribuna presidencial que no avisora mas que tiempos oscuros y previsibles conflictos entre los universitarios y el gobierno.
En el CIDE la comunidad movilizada y organizada en la asamblea académica permanente, en el movimiento estudiantil y en los sindicatos reclama un espacio de atención de parte del gobierno. Exigen lo de siempre en los movimientos universitarios: diálogo, ser escuchados en sus reclamos. Quieren revisar el proceso de designación del director general y restablecer las condiciones para retomar la vida académica en la institución, libre de intimidaciones y amenazas. Así de sencillo, pero tan complicado para el poder autoritario tan dado a descalificar y a imponer.
El movimiento estudiantil en el CIDE tiene la posibilidad de impulsar reformas democráticas al gobierno institucional, que favorezcan la participación estudiantil y de la comunidad en la toma de decisiones y en la elección de sus autoridades. El movimiento en el CIDE expresa los límites de la autonomía académica de los centros de investigación y la necesidad de contar con regímenes autónomos plenos que les permitan disponer de un ambiente de plena libertad para ejercer su trabajo de enseñanza, de producción y difusión del conocimiento.