Quebradero

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Un exhorto cuestionable

Por Javier Solórzano Zinser

Desde que inició la presente administración el tabasqueño ha colocado como su gran soporte para la gobernabilidad al Ejército y a la Marina. La creación de la Guardia Nacional es en su diseño y desarrollo una extensión de las Fuerzas Armadas, en algún sentido se está militarizando la seguridad de los ciudadanos.

La estrategia presidencial no tiene nada que ver con lo que a lo largo de los años López Obrador dijo sobre los militares. En sus discursos aseguraba que los soldados debían regresar a los cuarteles, cuestión totalmente distinta de lo que ha hecho en estos tres años.

El Presidente se ha apoyado en las Fuerzas Armadas porque no confía en las policías y porque no encuentra en otra área la posibilidad de enfrentar la inseguridad y la violencia. Sin embargo, hasta ahora la estrategia no ha cumplido con sus propósitos, más bien poco han cambiado las cosas en particular en la violencia provocada por la delincuencia organizada, la cual se ha intensificado en estados en donde se sabía con anterioridad que los problemas eran particularmente delicados.

Se requería una estrategia diferente. El diagnóstico respecto a lo que estaba pasando se conocía de manera clara, incluso el discurso del tabasqueño en sus tiempos de campaña apuntaba a la necesidad de cambiar el estado de las cosas y a desarrollar estrategias diferentes; sin embargo, no sólo no se ve cuándo vayan a regresar a los cuarteles, ahora se encargan de casi todo.

Bajo la premisa de que Morena conservará el poder en 2024 seguramente las cosas seguirán igual, y más en el caso de que la elegida, como todo parece indicar, sea la perfilada, quien por cierto anda soltando las manos.

Por más que niegue que se anda promocionando, estos días se le vio en grandes espacios en medios nacionales e internacionales. En la entrevista de El País Semanal, además de hacer una defensa obvia del Presidente, se enredó de manera inquietante con el tema del feminismo.

El enigma de lo que pasará con el gran apoyo del Presidente a las Fuerzas Armadas se debe a que a querer o no, el espacio y peso que se les ha otorgado las ha metido en los terrenos de la política.

En un hecho inusual el secretario de la Defensa pidió el apoyo al proyecto del Presidente en el marco del aniversario 111 de la Revolución Mexicana. La lealtad del Ejército y la Marina es al Estado mexicano y no a un proyecto en concreto.

La confusión que provoca el titular de la Defensa es grave porque define al Estado como si fuera el Gobierno, circunstancia que en un personaje como él adquiere una infinidad de interpretaciones y una definición política más que institucional, la cual no está en su ámbito y menos en lo que representa.

El Presidente confía en las Fuerzas Armadas bajo el supuesto de su honestidad. Sin embargo, no dejan de estar expuestas, están obligadas a rendir cuentas y a hacer públicos sus procesos internos. López Obrador las considera como una instancia aparte y ajena a la corrupción, sin duda es una de las instituciones más confiables y respetadas, pero no está exenta de irregularidades.

En recientes investigaciones se han detectado procesos de licitación irregulares e incluso con empresas fantasmas.

Es un enigma lo que vaya a acabar pasando con las Fuerzas Armadas en la vida civil y política del país. No hay día en que el Presidente no las pondere y las elogie.

El sábado tuvimos un lance que deja ver la cercanía con el Presidente, lo cual tiene lógica, pero al mismo tiempo vimos como las Fuerzas Armadas se van entregando al Presidente pasando por alto su institucionalidad y la representación que tienen hacia toda la sociedad, independientemente de corrientes políticas.

Fue un exhorto cuestionable.

RESQUICIOS

Otro enigma que nos acompaña es el de la Reforma Eléctrica. A fuerza quieren quedar bien con el Presidente y debatirla y aprobarla antes de que acabe el año. No pareciera importar el consenso y escuchar; quieren no quitarle una coma en el “voy derecho y no me quito”.