Quebradero

Share

La carta de AMLO y la propuesta de Biden

Por Javier Solórzano Zinser

Pareciera que poco o nada les importa a los migrantes la pesadilla que significa tratar de llegar a la frontera sur de México, recorrer nuestro país y alcanzar lo que hoy en día ya no hay motivo para llamar “sueño americano”.

Las condiciones son cada vez más adversas. Las rutas están controladas, lo que deriva en buscar nuevos caminos, los cuales son de mucho mayor riesgo que los que se utilizaban, que de suyo lo eran.

Nuevas rutas llevan a que aparezcan “polleros” y la delincuencia organizada que “vende” la idea de que conocen caminos para poder llevarlos hasta la frontera, los cuales son de riesgo, pero al mismo tiempo se alejan de la mano de los agentes de migración y de la Guardia Nacional.

A los migrantes les llegan a “pedir” hasta 4 mil dólares por guiarlos por caminos en verdad peligrosos por llevarlos a la “línea”, lo que en la gran mayoría de los casos no es otra cosa que una trampa y una estafa. La desesperación los lleva a pagar cantidades de dinero que se consiguen bajo enormes esfuerzos familiares; terminan por hacer muchas cosas que nunca imaginaron hacer.

En medio de escenarios cada vez más crispados, violentos, represivos y ausentes de respeto de los derechos humanos, muchos mexicanos también se han visto afectados. Las autoridades están deteniendo indiscriminadamente a quien parece ser migrante, muchos connacionales han sido “confundidos” y, si no traen identificación, viven una larga pesadilla hasta que logran demostrar su nacionalidad.

Conversando con investigadores del Colegio de la Frontera Sur, nos alertan sobre el despliegue de fuerzas de seguridad en las terminales de camiones en algunas ciudades del sur. Bajo criterios confusos y persecutorios, solicitan a todo aquel que suponen migrante una identificación. Muchos mexicanos han sido detenidos por no traer su credencial del INE.

La situación se ha venido complicando riesgosamente porque el presunto proceso de “contención” está pasando por una acción del Gobierno cada vez más violenta con dosis de insensibilidad. No se soslaya el hecho de que los migrantes, en muchos casos, propio de su desesperación, atacan y agreden a los cuerpos de seguridad. Sin embargo, no se aprecian protocolos que resuelvan los problemas, sin pasar por alto que la situación es de suyo de enorme complejidad.

Existe otra variable inquietante. Los habitantes de las ciudades en donde se encuentran concentrados muchos migrantes están confrontados. Las cosas llegan a tal grado, que en Tapachula defensores de derechos humanos nos dicen que sus habitantes están divididos sobre el quehacer de la autoridad. En las calles de la ciudad ya se han manifestado las diferentes formas de ver las cosas.

Si se detiene a los migrantes como una forma de protegerlos de la delincuencia, por la forma en que se están haciendo las cosas, en buena medida en función de lo que quiere EU, no hay indicios de que se les esté protegiendo.

Las violentas escenas muestran la ausencia de protocolos. En muchos casos tratan a los migrantes como si fueran delincuentes, pasando por alto que migrar es un derecho humano.

En estos días se pudieran atemperar las cosas. No creemos que sustancialmente vayan a cambiar, pero habrá que ver qué pasa con las modalidades que Joe Biden va a presentar al proyecto de Trump de “Quédate en México”.

Al mismo tiempo, López Obrador le estará enviando una carta al mandatario estadounidense para atacar una de las razones que llevan a la migración, bajo el no somos “pelele” de EU. La estrategia ya había sido diseñada por el tabasqueño y Trump, la cual no se cumplió.

La crisis ya nos está rebasando y ya se habla de que es humanitaria.

RESQUICIOS.

El susto fue mayúsculo, pero los capitalinos vamos enfrentando los temblores sabiendo qué hacer. El problema está en Guerrero y sobre todo en Acapulco. Con Fonden o sin él, la atención y la urgencia están en Hidalgo con sus inundaciones, y en el puerto con sus temblores.