Quebradero

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Inseguridad, el gran problema

Por Javier Solórzano Zinser

A pesar de que para el Presidente es una salida referirse al pasado como responsable de su presente, tiene que asumir que muchos asuntos ya tienen que ver con su administración; si bien trae una herencia “maldita”, muchas cosas ya corren en su tiempo.

El tabasqueño sabía muy bien lo que tenía que enfrentar. Pocos temas han sido tan particularmente sensibles como la inseguridad. Es un asunto que no hay manera de pasar por alto, porque todos hemos vivido un problema de esta naturaleza, ya sea de manera directa o a través de cercanos.

Tan debe saberlo que durante años se dedicó a hablar de estrategias diferentes a las que se estaban instrumentando en sus afanes por cambiar el estado de las cosas. Algunas de las críticas al Presidente pasan por sus contradicciones, por afirmaciones que en un momento hizo y que ahora no tienen nada que ver con lo que está haciendo, la más evidente es su insistencia en que las Fuerzas Armadas regresaran a los cuarteles, lo cual ahora contrasta con lo que está haciendo.

En su entorno no era el único que planteaba el asunto. Muchos de sus colaboradores tenían la misma perspectiva, empezando por la destapada Claudia Sheinbaum. Lo que ha pasado desde que inició la presente administración es que quienes planteaban esta estrategia han optado por el silencio o por cambiar su perspectiva, lo que en el fondo se remite a apoyar al Presidente o quizá a no contradecirlo.

La seguridad no es un tema que se pueda remitir a “los otros datos”. La razón está en que el asunto ha sido ampliamente estudiado y padecido, se han desarrollado investigaciones y estudios de la mano de una infinidad de testimonios que confirman el estado de las cosas.

Mucha de esta información coloca al concepto “otros datos” bajo una perspectiva distinta. Ciertas cosas no se han podido cambiar, a pesar de la voluntad vía el discurso presidencial. Continuamos con masacres, Reynosa, Salvatierra, Celaya, Zacatecas, para confirmar que está siendo realmente difícil revertir las cosas.

Desde hace tiempo se viene cuestionando si la estrategia en seguridad es la correcta o si nos encontramos empantanados por la insistencia en mantener la idea de “abrazos no balazos”.

El Presidente efectivamente tiene una herencia brutal. Sin embargo, no hay manera de que no la conociera y por lo mismo no es la mejor de las salidas apelar a ella cuando ya lleva en el poder más de dos años y medio. El asunto lleva tiempo en su cancha y si bien se reconocen algunos avances, los problemas se mantienen y en muchos casos se vienen repitiendo con perspectivas similares a lo que hemos venido viviendo, volvemos al tema de la estrategia, la cual no se ve que esté dando resultados integrales.

Como en muchos otros asuntos, el Presidente está corriendo contra el tiempo. En algún sentido ya está enfrentando el siempre peligroso terreno de las promesas y los hechos y, a pesar de ejercer de manera abrumadora el poder, no le alcanza para poder cambiar el estado de las cosas para alcanzar sus objetivos.

Para el país el tema de seguridad es prioritario. No hay encuesta que no lo confirme, porque el problema se vive en los ámbitos de la percepción, pero sobre todo en la cotidianidad. Hemos insistido en que es un tema en que no se puede generalizar, pero también hemos visto como en algunos estados las cosas se han complicado de manera dramática y dolorosa, lo que incluye el problema que crece en las carreteras, caso concreto la vía Monterrey-Nuevo Laredo.

Está llegando el tiempo en donde el discurso no responde, porque los hechos nos siguen alcanzando.

RESQUICIOS

En medio de la pandemia el proceso de preparación de los atletas para los Olímpicos de Tokio resultó un enigma. No queda claro cuál podrá ser el resultado de nuestros entrañables deportistas, de lo que hay evidencia es que algunos son de un muy alto nivel competitivo. Los juegos serán un respiro para el mundo y ya están a la vuelta.