Le salió cara la cena
Por Javier Solórzano Zinser
Es probable que cuando se mire en retrospectiva el caso Lozoya su inexplicable y ostentosa cena termine por ser la razón por la cual se le acabó la paciencia a las autoridades.
Fue un desplante sin sentido que quizá llevó a la Fiscalía a entender que el personaje les estaba viendo la cara. Lo paradójico podría ser que una cena haya provocado una toma de conciencia mayor que el no darse cuenta que durante más de un año Lozoya ofreció poco o nada.
Por más que tuviera el espacio legal para poder ir a cenar, el hecho mismo resultó una cachetada a la Fiscalía y si nos apura (definir) en el camino a todos. Poco le importó hacerlo, porque se sentía intocable en función de lo que se presumía sabía y que le permitiría a las autoridades actuar en contra de una serie de funcionarios representantes, a decir del Presidente, de la corrupción que ha dominado en el país a lo largo de décadas.
La cena de Lozoya y sus cuates no solamente fue un golpe a las autoridades, sino que además puso en evidencia los marcos legales, porque resultaba inconcebible que un personaje que está siendo acusado por sus altos niveles de corrupción, tenga cómplices o no, y que anduviera impunemente por las calles prometiendo otorgar información que nomás no llega.
La decisión de la Fiscalía de pedir la prisión preventiva a Lozoya, la cual fue otorgada, es la prueba de que se rompió la confianza y también la evidencia del desaseo y de la falta de escrupulosidad en su trabajo.
Por ahora es difícil encontrar elementos favorables al trabajo de la autoridad. Más bien hay evidencia de que el caso más emblemático en la lucha contra la corrupción se les está viniendo abajo. Todas las expectativas que se formaron respecto a que de una vez por todas se iba a atacar la corrupción de años, en particular con todo lo que pasó en el frívolo sexenio de Peña Nieto, se empiezan a diluir de manera tal que ahora se puede revertir en contra de la Fiscalía.
Es un enigma el desenlace. Podemos estar en el preámbulo de que muchos de los personajes mencionados, de manera directa o indirecta por Lozoya, podrían demandarlo entre otras muchas razones por daño moral, como ya lo han adelantado algunos de ellos.
La maquinaria que tanto favoreció al exdirector de Pemex va en camino de revertírsele. Está llegando el momento en que le van a recordar que tiene en su contra 12 denuncias que superan los 20 mil mdp, a lo que se suma que la Fiscalía asegura que tiene en una cuenta offshore la friolera de dos millones de euros que resulta, a estas alturas, que no lo había descubierto en su investigación durante todos estos años.
Toda la información que fueron colocando en los archivos sobre las tropelías de Lozoya a partir de ahora se desempolvará, y en caso de que no ofrezca información útil que le pueda permitir algún tipo de ventaja, como todo parece indicar, lo van a llevar a la cárcel en la cual podría estar 35 años.
El lío puede tocar al Presidente, se ve difícil que en este caso pueda seguir bajo el efecto teflón, la razón es que fue él quien colocó el tema como una de sus grandes prioridades. No es un caso del cual pueda salir, como ha sucedido con otros asuntos con expresiones como tengo otros datos, lo cual le ha abierto puertas o por lo menos le ha dado tiempo para mover la agenda o colocar en el imaginario colectivo otro caso emblemático.
A Emilio Lozoya se le acabó el tiempo. Se la pasó haciendo lo que quería amenazando a algunos y prometiéndole a otros. Tarde que temprano se iba a llegar a este punto, su multicitada y grosera cena todo parece indicar que lo que hizo fue adelantar tiempos.
RESQUICIOS
Sensatamente han mandado para el año que entra la discusión sobre la reforma eléctrica. Por más que llevar la defensa a ultranza de la misma, son muchas las dudas que genera dentro y fuera del país, la última fue del avezado embajador de EU en México quien dijo que le provoca “serias preocupaciones”.