Quieren hacerse visibles
Por Javier Solórzano Zinser
La caravana migrante que viene de Tapachula a la CDMX es una protesta cargada de desesperación.
A lo largo de meses los migrantes, mayoritariamente haitianos, han buscado encontrar la manera en que pueda definirse su estatus. Han pasado por muchas vejaciones porque las autoridades mexicanas han instrumentado acciones en las que en más de alguna ocasión ha prevalecido una singular aplicación de la “contención” que se ha “pedido” desde EU.
Algo tenían que hacer los migrantes, no se pueden quedar congelados en el tiempo en Tapachula. La situación interna en la ciudad es cada vez más tensa el gran número de migrantes que ha llegado le ha cambiado la dinámica; la convivencia se ha hecho por momentos imposible.
Todo esto ha provocado confrontaciones internas en que se ha ido perdiendo inevitablemente el espíritu solidario que distingue a Tapachula. La ciudad está saturada y la convivencia es cada vez más complicada entre los más de 400 mil habitantes de la ciudad chiapaneca.
Desde hace varias semanas alertamos sobre la posibilidad de que los migrantes rompieran los retenes para dirigirse a la capital del país con el objetivo de que resolvieran sus problemas bajo la idea de que quizá alguien en Palacio Nacional los atendiera. Los forcejeos de ayer en las carreteras son prueba de que los migrantes ya no están dispuestos a esperar.
Quién sabe si sean recibidos, pero el hecho de que cientos de ellos hayan salido de Tapachula buscando hacer visibles a los invisibles ha sido un gran paso, hecho que debiera obligar al gobierno a mirar de otra manera el tema, suponemos, que en EU debieran hacer acuse de recibo.
Si bien México es parte central del fenómeno es claro que es un asunto multilateral que incluye a toda la región; sin embargo, mientras EU no tenga una reforma migratoria todo seguirá empantanado sin que se resuelva nada, como se ha visto hasta ahora.
El gobierno está haciendo el trabajo sucio lo cual es cuestionable en más de un sentido, a lo que se suma que su papel es reactivo más que activo. Para resolver al menos parte del asunto se requiere que EU decida qué hacer con las miles de solicitudes de asilo, lo cual no se vislumbra.
El tema tiene atrapados a sus legisladores, porque por más buena voluntad que puedan tener algunos de ellos el asunto está estancado. Barack Obama por más promesas que hizo no lo destrabó. Donald Trump le dio largas en medio del silencio de Peña Nieto y tiempo después de López Obrador.
En tanto que la enjundia que en campaña y en los primeros meses de su gobierno mostró Joe Biden está entrando en una muy inquietante desaceleración, la cual tiene que ver con una confrontación interna, cargada de altas dosis de racismo.
Cada vez hay más indicios de un agotamiento y división entre los migrantes. Las organizaciones de ayuda están preocupadas porque no hay indicios sobre cuál puede terminar por ser el destino de los migrantes. No se ve futuro y muchos de ellos seguramente serán deportados para regresar de nuevo a sus lugares de origen los cuales son otra de sus pesadillas.
Alejandro Solalinde le dijo ayer a La Razón que ve en la caravana “mano negra” y un plan de EU contra el gobierno a pocos días de que López Obrador vaya a la ONU, “buscan exhibirlo como represor”.
No vemos elementos de esta naturaleza en la caravana sin pasar el uso político que se le pueda dar. El hecho es que los migrantes están hartos, los tienen “contenidos” y no ven solución alguna; con todo lo que se puede interpretar al final decidieron hacerse visibles.
RESQUICIOS
Enrique Graue, Rrector de la UNAM: “El objetivo, (de la Universidad) es que, (sus estudiantes) tengan una buena opción vocacional, consolidar anhelos, empatar aptitudes, y a pensar en sus gustos y preferencias… éste es un esfuerzo para que los jóvenes universitarios definan con autonomía, responsabilidad y convicción el futuro profesional… conscientes y sensibles a las realidades que atravesamos como sociedad”.