7 meses después
Por Javier Solórzano Zinser
No queda clara la razón por la que se mantuvo tanto tiempo en el cargo a Francisco Garduño en el Instituto Nacional de Migración, (INM), siendo que su relevo fue designado el 8 de octubre del año pasado.
El exgobernador de Puebla Sergio Salomón Céspedes había sido nombrado sin que se conociera que tuviera experiencia en la materia. Quizá lo que pudo contar es el hecho de que hay una gran cantidad de poblanos migrantes en Nueva York, ciudad a la que se le ha “bautizado” como “Puebla York”.
Garduño había dicho hace algunos meses que ya se iba y que iría a visitar a su “amigo” en Palenque. Algo pasó, sin dudar que haya visitado a su “amigo”, pero lo que no dejó fue el cargo. La Presidenta salió a justificar la decisión de un hombre que sin la menor duda es cercano al expresidente.
Estaba desarrollándose un proceso en su contra por sus presuntas responsabilidades sobre la muerte de 40 migrantes calcinados en la estación migratoria de Ciudad Juárez. Las brutales imágenes del 27 de marzo de 2023 recorrieron el mundo. Fue una noche triste, dolorosa e indignante. Era inconcebible que los migrantes estuvieran encerrados bajo llave en una estación migratoria que cumple funciones muy distintas a las de una cárcel.
Como una constante en nuestra historia ante este tipo de hechos dramáticos, se prometió que todo iba a resolverse y que pagarían aquellos que tuvieran alguna responsabilidad. Francisco Garduño no era responsable de las llaves, pero sí era el personaje encargado de las estaciones migratorias como director del INM.
Desde los primeros días quedó claro que entraríamos en un proceso en donde tarde que temprano se iba a exonerar al “amigo” de López Obrador. Poco más de dos años después se confirmó, la Presidenta aseguró que la exoneración de Garduño fue “legal” y que estaba en el cargo para aprovechar sus buenas relaciones con funcionarios de EU y Guatemala.
Lo que sigue siendo cuestionable es por qué tardó tanto tiempo en dejar el cargo y ni siquiera ofreció una disculpa a los familiares de los 40 migrantes calcinados. En este caso, lo “legal” fue ponderado reconociendo al Poder Judicial, pero en otros casos cuando se trata de decisiones que afectan al Gobierno se acusa a los jueces de corruptos.
La disculpa que se aseguró que llevaría a cabo el futuro exfuncionario se pospuso. Ahora se ha abierto una nueva fecha que casualmente es el 2 de mayo, un día después de que “el amigo” deje el cargo.
Garduño instrumentó una política de conveniencia a las exigencias estadounidenses. Se cerró la frontera norte, se regresó a los migrantes en algunos casos a la frontera sur y de nuevo jugamos el papel de tercer país para los migrantes convirtiéndonos en un dique, al que prefieren llamarle contención.
Siete meses después, todo indica que con Garduño aplicaron la máxima de proteger a quienes están metidos en tesituras delicadas, o que son señalados por responsabilidades en el ejercicio del poder.
No tiene mucho sentido que se hayan esperado siete meses para que Garduño dejara el cargo. Lo que está a la vista es que coincide con su formal exoneración, queda la impresión que lo cuidaron hasta el final.
Si se redujo en estos meses la migración no se debe necesariamente a la labor del Gobierno mexicano y a los 10 mil elementos de la Guardia Nacional destacados en la frontera norte, más bien se debe a que Trump desarrolló una persecución feroz contra de los migrantes quienes ahora viven agazapados y escondidos esperando un mejor momento.
Fueron largos 7 meses en los cuales los ciudadanos terminamos por pagar hasta los viajes a Ciudad Juárez; el Gobierno y Morena cuidan a los suyos, pero, evidentemente, a unos más que a otros.
RESQUICIOS.
Más allá de la empatía de la Presidenta con la candidata opositora ecuatoriana, Luisa González, han surgido cuestionamientos sobre la elección. Independientemente de esto, no se olvida la violenta intromisión de las autoridades ecuatorianas a la embajada mexicana en Quito.