Quebradero

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Migrantes asesinados. La suma del todo

 

Por Javier Solórzano Zinser

No se ha planteado por ahora que las cosas en materia migratoria vayan a cambiar.

En los discursos de la Presidenta el tema ha sido mencionado bajo lugares comunes y bajo el reconocimiento de lo que significan las remesas, ante lo que no está de más recordar que no se deben a las políticas de gobierno, sino que son producto del trabajo de los migrantes que están en EU, porque no encontraron condiciones de trabajo en nuestro país.

El fenómeno migratorio ya no pasa únicamente por los terrenos económicos. Particularmente en este sexenio tiene en la violencia política una más de sus razones. Familias completas se han desplazado hacia la frontera con el objetivo de cruzar hacia lo que en otro tiempo se conoció como el “sueño americano”.

Datos recientes muestran que se ha intensificado de nuevo la migración mexicana. En muchos casos se debe a la persecución a la que se ven sometidas las familias por la delincuencia organizada. Así como en Guatemala, Honduras y El Salvador, padres y madres les piden a sus hijos que se vayan de sus lugares de origen antes que sean sometidos por las bandas delincuenciales, en México llevamos ya varios años con una tendencia similar.

Por nuestro territorio cruzan una gran cantidad de migrantes. Cada vez más mexicanos se han sumado al intenso fenómeno migratorio de estos últimos seis años. Recordemos que se alentó a los migrantes centroamericanos a que vinieran a México porque aquí se les ofrecería empleo, lo dijo el expresidente y varios gobernadores del sur del país.

No pasó nada de esto y más bien nos hemos convertido en el tercer país para los migrantes, lo que produjo enormes problemas en las fronteras y, sobre todo, que mucha gente pensara que se podrían quedar en México mientras tramitaban la posibilidad de cruzar la frontera.

En los últimos años los migrantes se la han pasado recorriendo las carreteras y las veredas de nuestro país. Esto lo saben las autoridades no solamente de migración, sino las Fuerzas Armadas y la integrada Guardia Nacional. En su diagnóstico saben que el panorama es multifactorial, porque al mismo tiempo que se enfrenta a la delincuencia organizada están también los migrantes, mayoría de ellos mexicanos, que recorre nuestras carreteras llevados por polleros que son capaces de cualquier cosa.

El asesinato de seis migrantes muestra la falta de protocolos ante situaciones conocidas que están a la vista, y también evidencia el porqué de muchos cuestionamientos sobre el papel de las Fuerzas Armadas en funciones de seguridad.

Los soldados viven, habrá que reconocerlo, en vilo. Sin embargo, están obligados a actuar con apego al respeto de los derechos humanos y más cuando hay zonas del país, particularmente en Chiapas, en donde está asentada la delincuencia organizada con un gobierno ausente y cuestionable.

Lo sucedido muestra las innumerables contradicciones bajo las cuales estamos con el tema de la seguridad. Las versiones entre la Fiscalía y las Fuerzas Armadas sobre el asesinato de los seis migrantes son contradictorias. La Fiscalía habla de que los soldados dispararon porque oyeron balazos, en tanto que la Sedena no ha mencionado nada en este sentido.

El ataque a los migrantes es la suma del todo. Buena parte de Chiapas desde hace tiempo está bajo la violencia. No parece que haya un diagnóstico claro, porque entre el gobernador y el expresidente minimizaron la brutal violencia. Recordemos que en algunos municipios no se pudieron desarrollar las elecciones.

El lamentable asesinato de seis migrantes es producto del largo proceso bajo el cual estamos en materia de seguridad.

RESQUICIOS.

El uso de lenguaje tremendista busca crear una narrativa. La decisión de la Corte de analizar la aprobada reforma al Poder Judicial no significa un golpe de Estado. Se trata de analizar el tema, como se ha hecho en otros tiempos con reformas constitucionales aprobadas.