Quebradero

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Gobernar para todas y todos

 

Por Javier Solórzano Zinser

Claudia Sheinbaum solicitó licencia como militante de Morena, porque aseguró que para las tareas que le  vienen como Presidenta tendrá que gobernar para todos y todas las mexicanas.

En el papel además de ser una obligación es un buen principio. Estos años el Presidente no ha gobernado para todas y todos. A menudo se ha dedicado a dividir y atacar a sus adversarios.

Es cierto que ha sido en innumerables ocasiones atacado, pero también es cierto que ha sido el propio Presidente quien ha venido agudizando las divisiones dejando a un lado el principio del Ejecutivo federal de gobernar para todas y para todos.

En diversas ocasiones, el tabasqueño ha terminado por olvidar o increpar a ciertos sectores para los cuales gobernaba, pero no atendía. Las clases medias a lo largo de la pandemia y las micros, pequeñas y medianas empresas pasaron por una pesadilla porque no recibieron apoyo alguno en tiempos en que necesitaban sólo lo suficiente para poder sobrevivir. Muchas de estas empresas siguen sin salir de la pesadilla sin dejar de reconocer el momento inédito que se vivió, pero también la poca atención que recibieron en una coyuntura difícil para todos.

La futura Presidenta tiene en este sentido un gran reto. No vemos en el corto y mediano plazo que tenga motivos para romper con el Presidente. Lo que sí vemos es la imperiosa necesidad de cambiar muchas de las formas que lo único que hicieron fue confrontarnos en diversos momentos reconociendo que una buena parte de la población optó por consolidar el proyecto de la autollamada 4T.

Claudia Sheinbaum tiene que, efectivamente, gobernar para todos en muchos sentidos. No puede pasar por alto que diversos sectores de la sociedad se encuentran entre confundidos y molestos en medio de la incertidumbre. Cuestionar al gobierno es un deber de la sociedad, así como también lo es reconocer avances y logros.

El problema es que en todos estos años la crítica se ha convertido en sinónimo para el Gobierno de algo así como el descrédito, al tiempo que desde las esferas oficiales hay un abierto menosprecio a quien la ejerce. Supusimos que la izquierda, o algo que se autodefine como izquierda, alentaría la crítica como forma de vida para una mejor gobernabilidad, porque en su papel de oposición se dedicó a ejercerla y alentarla.

No sucedió así y está muy claro que el Presidente sólo terminó por tener interlocución con quienes entre la convicción y el sometimiento han estado a su lado. El estar conmigo o contra mí se convirtió en la exigencia de definiciones en un país con una abierta pluralidad de pensamiento.

El culto a la personalidad que se ha desarrollado en estos años tiene que entrar forzosamente en una nueva etapa, en la cual no se pide que se deje de reconocer lo que ha hecho el Presidente particularmente para sus fervorosos seguidores. Se trata de entrar en una vida colectiva y no únicamente definida por el factótum, quien sigue teniendo una fuerza inaudita.

El nuevo Comité Ejecutivo de Morena si bien está conformado básicamente por los grupos de mayor peso al interior, no se pasa por alto, como lo han hecho saber algunos militantes, que las cosas se dieron a través de decisiones unilaterales. El gran problema que se viene es si la nueva dirección logra cohesionar al partido, porque cada vez hay más evidencias de que el principal problema que tendrán las nuevas presidentas, del país y de Morena, será buscar la manera en que coincidan las tribus, las cuales no se sabe cómo vayan a reaccionar a partir de que ya no esté a la vista, aunque siga de alguna manera estando, el factótum que dirigía e imponía.

Para empezar a gobernar para todas y todos lo primero será dialogar con todas y todos.

RESQUICIOS.

Además de lo que está viviendo Sinaloa les dio por la ocurrencia de quitarle la autonomía a su Universidad, UAS. El gobernador está buscando apoderarse de la institución, más  vale no menospreciar la historia de la UAS y a su comunidad.