Perdiendo territorios
Por Javier Solórzano Zinser
No hay indicios de que la futura Presidenta vaya a cambiar la estrategia en seguridad. Probablemente seguiremos en los mismos lineamientos en que llevamos más de una década.
Lo que es importante considerar es cuál va a ser el papel de la Guardia Nacional y las Fuerzas Armadas. Desde donde se vea se tiene que hacer algo diferente, porque en lo general las condiciones de violencia no han cambiado, por más que esté el Ejército en las calles las cosas no han cambiado sustancialmente.
Se pierde de vista lo que sucede en algunos estados en donde ya aparece como una forma de gobierno la delincuencia organizada en las actividades de las comunidades.
Habitantes de algunas zonas acaban por entenderse con la delincuencia organizada antes que con las autoridades e incluso que con las Fuerzas Armadas. A menudo sucede que las fuerzas de seguridad, lo único que hacen es llevar a cabo rondines y no acaban por quedarse para enfrentar la violencia.
En diversas ciudades del país se ha entrado en algo así como una “normalidad” que se tiene que acatar. La gente ya sabe a qué hora puede salir y a qué hora no y también sabe que en muchas ocasiones lo mejor es pagar el derecho de piso porque lo contrario significa, en la mayoría de los casos, cerrar negocios.
Se ha dado una modalidad en algunas comunidades de Guerrero, incluyendo zonas turísticas, en que se paga una especie de cuota por un año bajo la supuesta garantía de que no los van a molestar y que incluso los van a cuidar.
En Guerrero mismo hace cosa de dos años, en una comunidad muy visitada por turistas extranjeros, se presentó un asalto a un turista. El asaltante iba en motocicleta y traía casco. La comunidad de inmediato buscó al delincuente, pero al traer casco no hubo manera de saber quién era. Ante esto se hizo un arreglo entre ciudadanos, autoridades y sobre todo los delincuentes, se prohibió el uso del casco; lo que querían era que dentro de esa nueva “normalidad” las cosas estuvieran en calma; se han venido estableciendo singulares procesos de cogobierno.
Éste es uno de los muchos ejemplos de cómo se ha ido perdiendo territorio ante nuevas formas de socialización por la imposición violenta de la delincuencia organizada, que paulatinamente se ha venido apoderando de pequeñas y grandes comunidades.
Una de las grandes tareas que tiene la futura Presidenta es recuperar territorio. Se ha perdido de vista que junto con la brutal presencia de la violencia, muchos ciudadanos han dejado sus lugares de origen o acaban por aceptar la singular forma de vida tratando de convivir con los delincuentes que se encargan de controlar los espacios.
Michoacán muestra otra de estas facetas. Los aguacateros y mangueros viven teniendo que entenderse con la delincuencia organizada. De alguna manera lo que pasa es que se pierde el territorio ante lo que los productores no tienen otra salida que no sea entenderse con la delincuencia organizada y con el surgimiento de quienes cobran derecho de piso sin necesariamente pertenecer a los grandes cárteles.
Recuperar territorio significa enfrentar de manera directa a la delincuencia. Hemos entrado en terrenos de la “normalidad” ante lo que está sucediendo. Después del largo proceso electoral, la futura Presidenta con su victoria contundente está obligada a dar un golpe de timón porque está muy claro que cada vez hay más secuelas producto de la violencia, la cual se ha convertido en un lugar común para el mundo.
Es evidente que los delincuentes no dejan de ganar territorio, éste es uno de los ejes de sus estrategias porque además hay muchos ciudadanos que no les va muy mal bajo esta dinámica.
RESQUICIOS.
López Obrador está con protagonismo inédito en comparación a otros presidentes después de las elecciones. Está en todos los actos con Claudia Sheinbaum en su gira del adiós. Para el recuerdo: Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, particularmente éste último, en cuanto pasaron las elecciones dejaron la plaza totalmente libre.