Por Martín Aluja*
La elección del próximo dos de junio de 2024, será la más importante en la historia reciente del país por el número de cargos elegibles: presidente de la República, gobernadoras y gobernadores, alcaldesas y alcaldes, diputadas y diputados locales y federales, senadoras y senadores. Están en juego 20 079 cargos.
Como científico que ha soportado ocho campañas presidenciales en su vida adulta, he vivido y oído de todo, excepto un compromiso genuino de parte de cualquier candidato o candidata en favor de la ciencia, tecnología e innovación en 50 años. El crucial tema para la soberanía de una nación moderna no está en el radar de quienes buscan el voto de la ciudadanía, y si lo estuviera, queda tristemente subordinado a lo “vendible”, lo “pegajoso”, lo mercadológicamente ortodoxo o “sexi”. Para muestra, un botón: a pesar del incesante bombardeo de promesas de todo tipo transmitidos por radio, televisión y redes sociales, no he escuchado un solo mensaje dedicado exclusivamente a la ciencia, tecnología o innovación. En algunos mensajes de chile, de dulce y de manteca se menciona de manera oblicua a la tecnología en, por ejemplo, el ámbito de las energías renovables, pero no he constatado que nadie que aspire a la Presidencia, a alguna gubernatura, diputación, senaduría o alcaldía se atreva a invertir los recursos destinados para su promoción en un spot publicitario dedicado exclusivamente a un compromiso sincero con la comunidad científica y tecnológica del país.
Tristemente, en México la ciencia sigue sin ser un tema prioritario, algo que no “vende en campaña”. Durante el primer debate presidencial la semana pasada, salvo una pregunta específica del público sobre el tema que le tocó contestar al azar al candidato varón, no hubo una sola mención o compromiso concreto con apoyar al aparato científico o tecnológico del país. La respuesta del candidato fue muy acartonada y vaga; alcanzó a decir, forzadamente, que sí apoyará que se asigne el 1 % del PIB a la ciencia. El candidato y las dos candidatas pudieron haber aprovechado esa oportunidad dorada para anunciar que apoyarán decididamente el rescate de la CONABIO, del Instituto Mexicano de Tecnologías del Agua (IMTA), del CIDE (y de muchos otros Centros Públicos de Investigación), del Gran Telescopio Milimétrico, y del Conacyt (con o sin H), que además promoverán la creación de un centro de investigación en el ámbito de la farmacología para que México desarrolle sus propios medicamentos o vacunas, y que restituirán los fideicomisos vinculados a la actividad científica ya que la ciencia requiere de financiamiento continuado y de largo aliento porque no se rige por programas burocráticos anuales. Pudieron haber también aprovechado la oportunidad para comprometerse a que el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) recupere el estricto rigor y la ética en las evaluaciones, y a fomentar marcadamente la calidad de la investigación y formación de recursos humanos. O a pugnar por una Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación moderna, de vanguardia, libre de dogmatismos, con visión de Estado, que genere un ecosistema científico y tecnológico de clase mundial y que comprometa al Estado mexicano y a la iniciativa privada a catapultar a México como líder mundial en este ámbito. Lamentablemente, en México, nada de esto vende políticamente.
Pues bien, como aún nos quedan casi dos meses de suplicio publicitario, además de dos debates (sin contar los estatales), apelo a las candidatas y los candidatos a la Presidencia de la República, gubernaturas, y demás cargos en contienda, a que rompan con los cánones publicitarios y con sus asesores de imagen y dediquen al menos un spot de campaña entre el 17 de abril y el 31 de mayo a la importancia que tienen la ciencia y la tecnología como palanca de desarrollo para un país que sigue teniendo más de 50 millones de ciudadanos viviendo en la pobreza o pobreza extrema. Sin ciencia y tecnología no hay desarrollo sostenible y nunca saldremos de nuestras miserias. Esto lo necesitamos escuchar claro y fuerte de quienes nos pretenden gobernar.
Comprendo que los temas fácilmente vendibles son la salud, las carreteras, los programas sociales, la asfixiante violencia y la falta de seguridad, el cobro de “derecho de piso”, la corrupción inmunda que crece y crece, y los ataques personales. Pero a las candidatas o al candidato les debe quedar claro —y eso se lo deben transmitir a las y los electores— que el 100 % de los medicamentos y vacunas que se usan en el sector salud son el resultado directo de la investigación científica. Y la población debe saber que ya hay “vacunas para plantas” desarrolladas por científicos mexicanos. Y que México es líder mundial en la aplicación de la técnica del insecto estéril mediante la cual se protege a la muy lucrativa industria de exportación de frutas y verduras, que además genera miles de empleos. Sería bueno que las candidatas y los candidatos se enteren y lo presuman, pero que además se comprometan a financiar más investigación en ese ámbito. Igualmente, la sociedad debe enterarse en la campaña que las tecnologías de punta vinculadas a la moderna “agricultura de precisión” nos permitirían reducir más de 90 % del consumo de agua para riego agrícola tradicional (el llamado riego “rodado” o por inundación), y nos permitiría reducir drásticamente el uso de agrotóxicos (insecticidas, nematicidas, fungicidas, herbicidas), incrementando a la par los rendimientos y la calidad de las verduras, frutas, y tubérculos que comemos. Todo esto es producto directo de la investigación científica y de la innovación. Lo mismo aplica a los métodos cada vez más eficientes para tratar el agua contaminada que corre por los drenajes después de haber sido usada en los sanitarios, fregaderos, lavadoras o en los procesos industriales. Fueron personas científicas y tecnólogas quienes los desarrollaron e inventaron.
Sería muy deseable que además de prometer becas y apoyos de todo tipo, las candidatas y los candidatos se comprometan a reemplazar el 100 % de las lavadoras por las más modernas que usan sólo un vaso de agua para lavar la ropa y la dejan igual de limpia que usando detergentes contaminantes. Al prometer esto, deben dejar claro que estas lavadoras son producto de la investigación científica y tecnológica, abordando de paso, y de manera responsable, la severa crisis vinculada al agua por la que atraviesa el país ya que se habla mucho de perforar más pozos, pero no se informa a la sociedad que un elemento crucial de la solución a este gravísimo problema está vinculada al rescate y multiplicación masiva de nuestros bosques. Igualmente, que se comprometan de manera creíble a que van a incrementar el presupuesto de ciencia y tecnología (ojalá se atrevan a que sea más del 1 % del PIB), que van a rescatar los centros de investigación, y que en su gestión van a contratar a al menos 100 000 investigadoras e investigadores jóvenes para que generen ciencia fundamental de verdadera frontera o se involucren en la búsqueda de soluciones a los problemas más apremiantes que aquejan a la sociedad. Por ejemplo, la aguda crisis de diabetes por el consumo sin freno de comida chatarra y la carencia de una política de Estado para la producción de alimentos sanos y baratos basados en desarrollos tecnológicos propios, ya que además de más policías, necesitamos muchas y muchos más científicos y tecnólogos en el país. Las candidatas y los candidatos deben asumir públicamente que la ciencia y la tecnología son el fundamento para una sociedad más justa, saludable, y sostenible.
Sería igual de deseable que en ese spot publicitario exclusivamente dedicado a la ciencia y a la tecnología, mencionen que impulsarán tanto a las universidades públicas como a las privadas para que actualicen su oferta de carreras, destacando las vinculadas a la ciencia y la tecnología. A la sociedad le debe quedar claro que muchas carreras tradicionales ya no tienen cabida en el mercado laboral y que el Estado mexicano tiene un papel clave en el fomento a las vocaciones científicas y tecnológicas, y la contratación masiva de científicos y tecnólogos para modernizar al país y su sector productivo. Esto es imperativo debido a la zozobra que viven muchos de nuestros jóvenes con doctorado que no consiguen empleos dignos porque ni el sector público ni el privado los han generado por su miopía o porque el gobierno despilfarra recursos de manera obscena hipotecando el futuro de millones de jóvenes. Para darnos una idea, el costo de construir un centro de investigación de mediano tamaño, equiparlo con tecnología de punta, contratar 25 investigadores y 25 técnicos académicos, más diez administrativos, costaría —tomando en cuenta el gasto regularizable vinculado a salarios y prestaciones del personal y el mantenimiento de los equipos e instalaciones físicas— 500 millones de pesos. Dejo a la imaginación cuántos centros de investigación pudimos haber construido si la prioridad hubiese sido apuntalar al aparato científico y tecnológico del país y no invertir en obras faraónicas con un costo superior a los 150 000 millones de pesos. Invertir en ciencia y tecnología es apostar por una sociedad moderna más cohesionada y productiva, con un tejido social más sano, y con bienestar de calidad y digno, no creado de manera burda, artificial y temporal con dádivas a cambio de votos.
La enfática petición que hago aquí como ciudadano es que haya al menos un spot publicitario enfocado exclusivamente a la ciencia y tecnología entre cientos de miles al final de las campañas. Urge que el país cambie y se modernice, que las campañas cambien y también se modernicen, que las candidatas y los candidatos hablen con orgullo y convicción de ciencia y tecnología, y que se atrevan a “sacrificar” uno de sus miles de spots para un tema que representa el futuro de México.
*Premio Nacional de Ciencias y Artes
Texto publicado originalmente en Nexos. Agradecemos a su autor la autorización para reproducirlo