Lo que importa es votar
Por Javier Solórzano Zinser
Entre conjeturas, especulaciones y pronósticos sobre el 2 de junio, independientemente de filias y fobias, lo importante es que acuda el mayor número de ciudadanos a las urnas.
El abstencionismo tiene su razón de ser. Podrá darse el caso de que haya personas que no les interese la política desde siempre, pero también prevalece el hartazgo.
Diversas generaciones han visto lo mismo en innumerables ocasiones. Las campañas de hoy podrán tener nuevos elementos, pero en el fondo no son muy distintas de lo que hemos visto al menos en los últimos 25 años.
Las actuales campañas por la Presidencia no son muy diferentes de lo que hemos visto. Son modelos publicitarios y propagandísticos repetidos que no se distinguen y que además difícilmente son diferentes de lo que sucede en otros procesos electorales en el mundo. Estamos bajo la misma tónica de todos y no se ha encontrado cómo sacudir los procesos, la gran clave son las y los candidatos y lo que logran provocar o despertar entre la ciudadanía.
La inevitable participación de los partidos en muchas ocasiones pasa a segundo plano. Los votantes buscan personas más que la militancia partidista. Sin embargo, en estos años la marca Morena se ha convertido en un gran factor debido a la abrumadora presencia del Presidente.
López Obrador mueve las cosas a su modo. Se encargó de mover a su candidata estos años bajo dos premisas: la más importante es él mismo, la otra es el partido que fundó y dirige a control remoto.
Éste es uno de los factores para que el día de las elecciones aparezca el llamado voto duro. En la medida en que no haya una alta participación ese voto duro será suficiente para que triunfe el oficialismo. Lo que no queda claro es lo que puede pasar si hay una mayor participación ciudadana, porque no queda claro qué porcentaje de la sociedad sin pertenecer a la militancia morenista, la que poco o nada cuestiona, puede estar a su manera con el proyecto del Presidente; en el terreno de las cuentas alegres hay quien asegura que Claudia Sheinbaum podría tener más votos que el Presidente.
Xóchitl Gálvez asegura que si acude el 62% de los ciudadanos inscritos en el padrón ganaría las elecciones. No queda muy claro el porqué debido a que no se puede pasar por alto que hay una gran cantidad de ciudadanos que, según las encuestas, no ha definido su voto. Lo que lleva a la hipótesis de que el sufragio por lógica estaría dividido sin tomar una sola opción.
Uno de los factores que pueden desalentar la participación es, como lo quiere hacer ver en Morena, que la elección ya esté decidida. Se entiende el sentido triunfalista, pero no tiene el más mínimo asidero con la realidad, la única manera de saber quién ganará las elecciones es el 2 de junio, lo otro es propagandístico y hasta tramposo.
Otro de los factores es la violencia junto con la violencia política. La primera tiene que ver con el estado de las cosas y la segunda pasa por la coyuntura electoral. En ambos casos se inhibe a la ciudadanía provocando, no casualmente, el desaliento entre la población.
La participación ciudadana le da legitimidad a los gobernantes. En la medida en que mucha gente acude a votar las democracias se ensanchan y además se fortalece la cultura política, independientemente de que emocionen o no las y los candidatos.
Nos decía la presidenta del INE que, debido al tamaño de la elección, podría ser que tuviéramos una participación sobre el 60%. No hay manera precisa de saberlo, pero no hay que darle vuelta ir a las urnas es lo que hace a las sociedades diferentes, exigentes, responsables de sus derechos y lo que obliga a los gobernantes a rendir cuentas, ser transparentes y cumplir lo que prometen, escenarios lejos de cumplirse.
RESQUICIOS.
El nuevo escenario político son las solicitudes de juicio político. No va a pasar nada de no ser los interminables amagos y defensa de posiciones políticas para atacar; igualito pasó con la desaparición de poderes.