«Mexicanizar»
Por Javier Solórzano Zinser
Hace años se acuñó el concepto “colombianizar” como una forma de definir lo que podría pasar en algunas naciones en función de la dramática situación que vivía Colombia por la violencia y la inseguridad.
El problema que tenía y no deja de tener es que no solamente se padecía el brutal e influyente crecimiento de los cárteles, sino que se estableció una relación estrecha con la guerrilla. Los narcotraficantes querían el poder político, recordemos que Pablo Escobar Gaviria fue legislador.
En los 90 y a principios de este siglo se decía que México podía “colombianizarse”. La definición era, por decir lo menos, incómoda para hablar de Colombia; era una forma de establecer lo que podría vivirse en nuestro país.
México no se estaba “colombianizando” se estaba “mexicanizando”. Las condiciones del país iban siendo cada vez más complicadas teniendo una definición propia. En la paradoja, resulta que lo que pasa en México ahora se está “exportando” a Centroamérica y a países como Ecuador.
Se está dando desde hace tiempo una batalla que pasa por el poder político, no para ejercerlo, sino para influir y para que permita a los cárteles moverse a su antojo. Se trata de controlar las cárceles, las rutas, las presidencias municipales y todo lo que permita el “negocio”, “apoyando” candidaturas que le permita a la delincuencia organizada mantener e impulsar sus actividades.
Cada vez hay más signos y evidencias de que en un buen número de comunidades ya se perdió el control político. Hay casos cada vez más dramáticos. La gobernabilidad se ha ido perdiendo, porque los delincuentes definen y determinan la cotidianidad en diversos municipios, algunos de ellos con una alta densidad poblacional claves para el desarrollo del estado.
La gobernabilidad institucional queda al garete. Hemos visto estos días cómo el temor es una forma de vida ciudadana. Los gobernantes son atemorizados o de plano tienen un contubernio cómplice con los delincuentes.
El caso de Chilpancingo es cada vez de mayor riesgo. La presidenta municipal le pide a los ciudadanos que se vayan caminando a su trabajo ante el paro de transportistas que tiene que ver con la delincuencia organizada. Es la misma funcionaria a la que se le vio sentada con un jefe de las bandas delincuenciales quien recientemente dijo que era falso que la reunión haya durado cinco minutos, “estuvimos conversando como dos horas”.
La Iglesia católica que en otro tiempo se había convertido en una autoridad para los delincuentes, ahora adquiere otra dimensión. No tienen manera de convencerlos y cuando se llega a un acuerdo para tener una tregua ya no pesa su histórica autoridad, ahora son las bandas delincuenciales las que se ponen de acuerdo.
Nos dice el especialista Alberto Guerrero que en el país de alguna manera podríamos tener 28 estados fallidos derivado de que la gobernabilidad institucional desaparece, porque la cotidianidad la determinan las bandas delincuenciales.
La constante es la desconfianza. Se manifiesta de manera fehaciente cuando colectivos de madres buscadoras, familias y ciudadanos prefieren dirigirse a los delincuentes para tratar de resolver sus problemas antes que hacerlo con la autoridad.
El problema de la “mexicanización” no es sólo lo que vivimos en el país es lo que andamos desde hace tiempo exportando.
RESQUICIOS.
El acto multitudinario de ayer en diversas entidades fue importante y significativo, no sólo fue la CDMX, las protestas recorrieron todo el país. Debe leerse con disposición el interesante y fundado mensaje de Lorenzo Córdova en que destacó el respeto a nuestras instituciones, “la ley es la ley”, y que ante nuestras importantes diferencias “todos cabemos” respetándonos unos a otros. No se debe minimizar por más que hayan lanzado fuegos pirotécnicos en el registro de la candidata del Presidente en el INE.