Con una mano adelante y otra atrás
Por Javier Solórzano Zinser
Como era de esperarse el informe de la CNDH sobre las estaciones migratorias es lapidario. Los migrantes no sólo padecen las amenazas de la delincuencia organizada en su recorrido por todo México, sino que además padecen en su estancia en espacios que debieran ser amables y respetuosos de sus derechos.
El incendio en la estación migratoria en Ciudad Juárez es una manifestación del estado de las cosas. Los migrantes están materialmente en cárceles sin importar sus libertades y sus derechos. En aquella ocasión el colmo fue que nadie hizo absolutamente nada, porque no sabían qué hacer en medio del caos y la muerte; no tenían ni las llaves del lugar.
El informe de la CNDH muestra que las cosas a pesar de lo sucedido en varias estaciones migratorias sigue siendo de alto riesgo. La obsesión por la austeridad, cercana al austericidio, es una de las razones por las cuales se ha dejado de invertir. Las estaciones migratorias están bajo condiciones en que los propios trabajadores tienen que buscar la manera de resolver problemas, a menudo con sus propios recursos.
Los migrantes prefieren acudir a los albergues de organizaciones de la sociedad civil, porque a pesar de sus carencias tienen la posibilidad de pasar dos o tres días en calma y apoyados. Este espacio de tiempo les permite descansar para emprender las siguientes etapas de su alentador y riesgoso viaje hacia lo que fue el sueño americano.
Si bien es cierto que han cambiado mucho las cosas desde que era Presidente electo López Obrador, lejos están sus promesas de que los migrantes encontrarían en México empleo y espacio para desarrollarse. El Gobierno ha sido en diferentes momentos el tercer país para los migrantes y ha tenido que cerrar sus fronteras o limitar su movimiento por nuestro país; no pudo ofrecer a los migrantes lo que prometió.
En el camino el tema se convirtió en un asunto cada vez más importante en EU. Un dato que ejemplifica la relevancia y el uso que se le ha dado al tema es que en el pasado debate entre los republicanos, en el cual no estuvo Donald Trump, se dedicó el 35% del tiempo para hablar de los migrantes. El tema ya forma parte, como nunca antes, del proceso electoral de noviembre.
El Gobierno mexicano ha dejado a un lado sus deberes. No pasa por alto que esté sistemáticamente presionado por lo que sucede en EU, pero a lo largo de estos años su política ha sido contradictoria lo que ha llevado a que quienes sean los primeros en padecerlo sean los migrantes.
Otra vertiente de riesgo está siendo el hecho que en algunas ciudades del país que han recibido a lo largo de años a los migrantes ha ido creciendo una animadversión en contra de ellos. Los migrantes duermen donde pueden y se mueven por las ciudades buscando trabajo o ayuda, porque no lo encuentran en las estaciones migratorias, y porque cualquier trámite les lleva mucho tiempo, a lo que se suma que en el entorno aparece la delincuencia organizada.
Se la pasan llenos de rumores que buscan sacar raja a como dé lugar. Están desprotegidos y desinformados, a lo cual colaboran quienes trabajan en las estaciones migratorias.
Independientemente de la tardanza con la que se dio a conocer el informe de la CNDH, el documento tiene que ser un nuevo punto de partida para las estaciones migratorias, las cuales desarrollan su trabajo materialmente con una mano adelante y otra atrás.
No se soslaya el gran trabajo que muchos empleados de las estaciones llevan a cabo, pero no pueden desarrollar sus labores, en muchos casos llenos de convicciones, con una mano adelante y otra atrás.
RESQUICIOS.
La violencia política ya está en el proceso electoral. La propuesta de seguridad a los aspirantes a cargos públicos ha sido criticada por diferentes especialistas con buenas razones. En algunos casos las causas están en dinámicas internas; sin embargo, es el avance de la delincuencia organizada lo que nos anda rodeando.