Por Ruby Soriano
Lo que ocurre en el Ayuntamiento de Puebla es grave y no puede ignorarse sobre todo por las acciones que en los últimos meses indican una seria descomposición al interior del equipo de funcionarios que integran el primer círculo del edil Eduardo Rivera Pérez.
En menos de seis meses, dos de sus funcionarios más allegados tuvieron que presentar sus renuncias precedidos por escándalos de acoso y violencia de género.
Frente a esto, el edil ha guardado un silencio doloso limitándose a ver como su ineficiente oficina de comunicación trata de salir del paso, amordazando prensa con los dichosos convenios publicitarios cuya vigencia se cree matan cualquier escándalo.
Sin embargo, cuando en México se vive un clima de suma violencia particularmente en contra de la comunidad LGBTQIA+, otro de los hombres cercanos al edil se convirtió en tema nacional frente a las agresiones físicas y verbales que propinó a la regidora morenista Elisa Molina y a su colaborador Jaime Carcaño.
El regidor panista Miguel Ángel Mantilla identificado con el ala dura del yunque, ha vivido durante años como un chapulín acomodaticio en los lugares que le da el panismo, pues él no gana elecciones, él sólo negocia puestos.
Este regidor no es la primera vez que se caracteriza por su prepotencia, pues en sus tiempos como delegado de la Secretaría de Economía en Puebla tuvo desaguisados con la prensa de esa época.
Hoy Mantilla es un cabildante al que le brota la homofobia desplegando a la vez un perfil de violentador de género que difícilmente tendría que sostenerse en un gobierno de cualquier índole.
El panista visiblemente enfurecido lazó el insulto “pinche joto” a Jaime Carcaño, colaborador de la regidora Elisa Molina, quien grabó el momento con su celular, ante lo cual fue víctima de un manotazo de parte del agresor panista.
El desafortunado incidente derivó en un llamado a Mantilla de parte del Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación) instándolo a tomar capacitaciones en torno al tema de masculinidades.
Sin embargo, la medida es sólo un exhorto, cuando la violencia y el dolo reflejado por el temperamento del regidor agresor son francamente dolosos, si tomamos en cuenta los graves índices de violencia que se propinan a integrantes de la comunidad gay y a mujeres que desde cargos de gobernanza son víctimas de agresiones físicas y verbales como en el caso de la regidora morenista Elisa Molina.
Ante toda esta situación, se esperaba la mínima congruencia de parte del Presidente Municipal Eduardo Rivera, quien diera muestra de reconocer todos los excesos y errores que están cometiendo varios de los integrantes de su primer círculo.
El comunicado difundido por el Ayuntamiento de Puebla fue más que escueto y con desaciertos una vez que ni siquiera menciona por su nombre al regidor panista y mucho menos cita acciones o compromisos para resarcir los daños a los afectados.
Miguel Ángel Mantilla es sólo uno de los muchos que hoy pululan en el círculo de Eduardo Rivera, donde la misoginia es el sello de la casa.
Muchos de estos personajes son ampliamente conocidos en Puebla como los santones de familias panistas que, resguardados en cargos públicos conseguidos como pago de cuotas panistas, besan a la menor provocación los crucifijos para luego por la noche tirar los rosarios y como buenos timoratos dejarse ver en la ronda de tugurios poblanos.
La doble moralina de los “señoritos” ya no va con los tiempos donde por fortuna se puede evidenciar y exhibir todos los ataques e intolerancia hacia cualquier persona que sea vulnerada por sus preferencias, condición social, género o militancia.
Lo grave es que al Presidente Municipal Eduardo Rivera Pérez se le empieza a abollar la candidatura antes de tenerla en sus manos.
A todo lo anterior, la administración municipal de la capital poblana enfrenta su peor momento en temas de inseguridad, donde hoy Puebla está a merced de las bandas delincuenciales sin que nadie del gobierno municipal pretenda meter las manos.
@rubysoriano @alquimiapoder
