Septiembre 6
Por Javier Solórzano Zinser
Por ahora todo indica que el Presidente tiene el control de la sucesión. Habrá que ver si las corcholatas se mantienen en unidad cuando llegue la definición.
Habrá que ver también si las pasiones no se desbordan y si la militancia no se manifiesta ante una decisión que le fuera adversa a su suspirante. Si bien la unidad es un elemento clave, también debe considerarse la solidaridad y lealtad para ir juntos en el proceso electoral adelantado.
No se aprecia que alguna de las corcholatas al final termine buscando la candidatura por fuera. En lo particular Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal han hecho demasiadas promesas en el sentido de que respetarían el resultado de la encuesta como para que ante la adversidad cambien de caballo.
Con frecuencia a ambos se les ha mencionado sobre la posibilidad de que pudieran ser candidatos de la oposición; sin embargo, a estas alturas tendría que estar de por medio un escenario extremo para que se vean obligados a tomar una decisión de esta naturaleza. Todo puede pasar, pero no se ve que estemos en vías de un escenario de este tipo.
A pesar de ello, Ebrard no deja de ser algo así como el objeto del deseo. En algunos sectores de la sociedad se le ve con simpatía y con mirada de que las cosas con él serían, si no diferentes, sí tendrían matices a los que maneja el Presidente, lo que incluye a las otras corcholatas.
A la debilitada oposición le da por momentos por envalentonarse. En diversas ocasiones ha asegurado que por ningún motivo aceptarían a alguna de las corcholatas como su candidato. Habrá que ver si efectivamente terminan por cumplir su palabra, por ahora en medio de escenarios inéditos no es del todo seguro y más en los terrenos de la desesperada en la que anda.
También habrá que ver qué decide Ebrard, quien, a pesar de insistir que no saldrá del partido, ha sido un sistemático crítico de las encuestas en el partido. Por si las dudas en Morena pusieron candados para que nadie se vaya, se les han ofrecido a los derrotados algo así como un premio de consolación.
A pesar de que al interior de Morena pareciera que todos están de acuerdo en las reglas, no está muy claro qué podría pasar a lo largo de estos meses. Ebrard no va a permitir que ande por la libre Claudia Sheinbaum. Por lo menos su tono declarativo está siendo cada vez más confrontativo, porque al no aceptar que haya debates va a tener que llevar las cosas a los extremos. Está fuera de lugar que no haya, siendo que si de algo se va a tratar estas semanas es que la militancia y la sociedad conozcan a los suspirantes, además de verlos interactuar.
Lo que queda claro es que la corcholata favorita no quería debatir. Ante las críticas que eventualmente le hagan las otras cinco corcholatas, sobre todo Ebrard, lo que probablemente termine por hacer sea pasar por alto lo que le digan hasta donde le sea posible. Sabe que responder es subirse al ring, al tiempo que se puede meter en terrenos que no necesariamente le sean favorables y propicios.
El Presidente es quien decidió las reglas. Las corcholatas ciertamente participaron, pero al final la ruta la definió López Obrador, quien ha insistido en que no se vale zigzaguear, cuestión que no pareciera que pase por Claudia Sheinbaum o Adán Augusto López.
Marcelo Ebrard es en este sentido quien pudiera buscar alternativas a la actual gobernabilidad. Su eventual prudencia puede deberse a que sabe que por ahora debe moverse sólo lo estrictamente necesario, lo contrario es perder la confianza del gran elector.
Se nos viene una semana interesante. Las corcholatas están echadas a andar y el Presidente le dirá hoy a su equipo que quien quiera irse que se vaya, pero que quede claro que no hay camino de regreso.
RESQUICIOS.
Para que no les pase por alto a las corcholatas lo que piensa el gran elector les han dejado en claro que tienen que hablar sólo con los medios afines o algo parecido. Los conservadores y críticos del gobierno se deben evitar, a ver cómo le hacen.