El inquilino de Palacio ya dijo cómo
Por Javier Solórzano Zinser
Haya o no haya marchas de la oposición el Presidente ya adelantó que va a salir a la calle todas las veces que le sea posible, cualquier pretexto será bueno sin importar los motivos de ello.
De por medio puede estar calentar al máximo las campañas electorales y, como le decíamos ayer, ir poco a poco heredando una de sus estrategias más utilizadas. Los actos públicos son para el Presidente uno de sus instrumentos políticos, los cuales, bien se sabe, no se pueden heredar tan fácilmente.
López Obrador tendrá que ir pasando poco a poco la estafeta, porque sus “corcholatas” no tienen la capacidad de maniobra ni de empatía que tiene el tabasqueño entre amplios sectores de la sociedad y que ha ido consolidando a lo largo de años, ha sido un trabajo de día tras día.
Al mismo tiempo da la impresión de que el mandatario está radicalizando su discurso. Los señalamientos a los periodistas y a sus “adversarios” se han ido intensificando, porque sabe la importancia que tiene desacreditarlos de cara a lo que se viene. Está tratando de crear en el imaginario colectivo a sus “adversarios” para que sus furibundos seguidores los tengan ubicados.
Ante el lamentable y deplorable acto de la quema, en el mitin del sábado pasado, de una piñata con la figura de la ministra Norma Piña, el Presidente criticó lo que se hizo, pero de nuevo no se quedó callado al denunciar que su figura en forma de piñata también había sido quemada y que nadie había dicho nada, cuestión que, por cierto, ayer en las redes se desmintió.
En función de diversos momentos de la historia reciente del país pareciera que al Presidente le ha dado por entrar en los terrenos del olvido. No recuerda las muchas entrevistas, denuncias y espacios que se le ofrecieron cuando estaba en la oposición. A nadie nos pasa por alto la reacción de los dueños de los medios en contra del Presidente, pero también debe recordar y reconocer que muchos periodistas impulsaron con convicción las participaciones de López Obrador.
Sin embargo, se ha repetido un discurso por parte del Presidente en el que asegura que no le ofrecían espacios de participación. Esto no tiene que ver con lo que pasó y que reiteradamente afirma el tabasqueño, en muchos momentos se convirtió en el referente de los medios, no hacerlo no tenía sentido y por lo que estaba pasando en el país terminaba por colocar a los medios en entredicho en caso de omitirlo, los medios que optaron por este camino en más de alguna ocasión acabaron siendo exhibidos.
El opositor por excelencia se convirtió en una figura fundamental para la dinámica de la información y comunicación social, a pesar de las muchas contradicciones que se vivieron. Muchos medios y periodistas entendieron la pluralidad como parte del proceso de democratización, el cual ya no tenía camino de regreso.
López Obrador se convirtió en una figura emblemática para los medios, se decía con razón que era quien definía la agenda cotidiana, como de hecho lo sigue haciendo ahora. Había presiones para que no se hablara de él, pero no hay cómo olvidar lo que muchos medios de comunicación y periodistas hicieron para dar a conocer sus propuestas y abrirle espacios.
Olvidar todo ello se ve como un acto singular de intencionalidad, para en algún sentido fortalecer su sistemática crítica al papel de los medios de comunicación, particularmente hacia los dueños, que pareciera que en algunos casos han dejado de ser intempestivamente lo que llamó “mafia del poder”.
El sábado el Presidente envió varios mensajes. Las “corcholatas” deberán entender que para llegar hay que hacer lo que dicta Palacio Nacional.
RESQUICIOS.
Marcelo Ebrard se mueve hasta donde le es posible. Hace poco nos dijo que no había piso parejo tomando en cuenta el cargo que tiene y el que tienen las otras “corcholatas”. Sabe que tiene que meterse en el ánimo de morenistas y no morenistas, lo cual podrá incomodar, pero es la única manera en que pudiera llegar.