El PRI en su laberinto
Por Javier Solórzano Zinser
La bronca entre Alito y Osorio Chong no pareciera tener de por medio diferencias respecto a proyectos políticos o algo parecido, está más bien en los terrenos del control y el poder.
Hace no muchos años nadie quería dirigir el PRI. Alito en algún sentido se les coló por la puerta de atrás, porque nadie puso atención debido a que uno de los grandes derrotados de las elecciones de 2018 fue precisamente el tricolor.
Los priistas se enconcharon y pocos dieron la cara en un momento en que además pasaron por una sangría de militantes quienes se fueron a un partido que cada vez tiene más de priista, Morena; el tricolor se convirtió en una mala marca.
Existe la fundada presunción de que si el PRI no da un giro significativo no estaría lejos su extinción. En varios estados ha pasado a segundo plano y en algunos podría perder el registro.
Al tricolor le quedaban muchas gubernaturas, las cuales se apreciaba que en los siguientes procesos electorales se perderían. Lo importante para quien encabezara el PRI era que de alguna manera las postulaciones al Congreso y a las gubernaturas tenían que pasar por quien dirigiera el tricolor.
Como fue siendo minoría, el PRI se convirtió, paradójicamente, en un factor importante en el Congreso debido a que las reformas que ha planteado el Presidente, cuando deben ser aprobadas por una mayoría calificada, tienen en el tricolor la posibilidad de acompañarlas, como ya se ha visto. Desde el gobierno se mete el acelerador y los priistas apechugan.
El presidente del PRI se la pasó palomeando a candidatas y candidatos a cargos de elección, lo cual le da un amplio margen de maniobra a Alito. De alguna manera los que ganaron se la deben, lo cual le da fuerza interna y un respaldo significativo.
Con todo lo que ha pasado con el presidente del PRI se supondría que desde hace tiempo debía renunciar. Ha pasado por diferentes lances, particularmente los audios difundidos por la estridente gobernadora de su estado, pero a pesar de ello, ha ido paliando la tormenta. Pareciera que todos los señalamientos en contra de Alito se diluyeron, mucho tuvo que ver en ello las decisiones que tomó en el Congreso.
Uno de los lances en los que se ve involucrado de manera evidente fue cuando dejó en claro su voto en una de las discusiones más rudas que se hayan tenido recientemente, nos referimos, entre otras, a la de la Reforma Eléctrica.
Como fuere, ha conservado el cargo no sin recibir una gran cantidad de críticas de algunos priistas. Sin embargo, lo que quedó claro es que fue construyendo una base entre los militantes, la cual de alguna manera lo ha ido sacando a flote. Con el apoyo de los que se la “deben” y quienes se fueron sumando, Alito conservó con fuerza el control sobre la estructura del PRI.
La bronca que trae con Osorio Chong no es solamente contra el senador. Otros priistas, algunos de la vieja guardia, están en contra de Alito. La semana pasada los priistas reunidos en el Senado fueron testigos de un espectáculo que no se da a menudo.
En plena reunión llegó el presidente del PRI, el cual presumimos tenía el derecho a estar en su carácter de máximo dirigente. Osorio Chong dejó la reunión al verlo entrar, se dio la vuelta y se fue. El hidalguense, al igual que muchos priistas, viven bajo el pasado me condena.
Osorio le mandó una carta comedida a Alito buscando sentarse a dialogar, en tanto que un diputado afín a Moreno pidió expulsar del partido al exgobernador. Es probable que al final se arreglen, lo contrario sería un agarrón de graves consecuencias porque quizá en esta nueva sangría no solamente se enfocaría en Osorio, muy probablemente varios lo seguirían.
Lo que pase afectará, de una u otra manera, a Va por México, esta semana podría ser clave.
RESQUICIOS.
Ayer en Querétaro se presentaron tres formas de ver el país teniendo a la Constitución como centro. Cada quien tomó su propia vía sin considerar lo que decían los otros, lo cual ha sido la tónica de los últimos años.