Por Ruby Soriano
Resulta que nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador estuvo en Puebla para tenderle la cama a su voto cautivo y hacer pase de lista a los soldados que promueven esos sufragios vía los llamados programas sociales.
El Presidente empezó a apretar el paso para que en el 2024 se refleje todo el dinero que hoy se destina a los 25 millones de beneficiarios de esos programas que como en el pasado, siguen siendo los principales promotores de votos para el partido gobernante.
Los estilos y las formas hoy dejaron de diferenciar el pasado con el presente que nos ocupa en México. Hablar de bienestar en estos tiempos de la cuarta transformación es hablar de los tendidos de redes y padrones politizados que como en el pasado, hoy sirven para azuzar un populismo que se alienta a partir de las necesidades de los sectores más vulnerables.
El mandatario sabe que su liderazgo se mantiene en esos sectores que reciben mensualmente las ayudas gubernamentales, pero también sabe, que la polarización social es un gran riesgo electoral, sobre todo, cuando no será él quien figure en la boleta en los comicios del 2024, sino sus herederas y herederos políticos.
Los meses han pasado y los cismas en su gobierno y en su partido Morena se acentúan como la señal inequívoca de quienes van en busca de retener el poder a cualquier costo.
Como líder moral del partido gobernante, AMLO le apuesta al gran bastión social como el gran detonar del voto que le permita a Morena retener no sólo la Presidencia de México, sino refrendar victorias en estados y municipios.
El ambiente se torna cada vez más complicado para un mandatario que sigue siendo el principal polarizador en el país que gobierna.
El llamado cierre de filas se ha convertido en un silogismo ausente de realidad a la hora de palpar el enfrentamiento interno en las tribus morenistas. El panorama se traslada a las regiones y localismos políticos, donde el morenismo de cepa se extinguió dando lugar a las mutaciones políticas, que evidencian a una nueva militancia plagada de vicios, excesos y corrupción.
Sólo basta mirar el cinismo de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum o del propio Secretario de Gobernación Adán Augusto, quienes, montados en una estructura gubernamental, haciendo uso de recursos públicos, están de gira permanente por todo el país, en busca de simpatías y “mecenas” que se anoten para apuntalar sus candidaturas presidenciales.
Sin duda, la apuesta de la llamada transformación no está en el combate real de la pobreza y en la equidad social, sino en el tendido de redes para ampliar padrones sociales politizados que garanticen votos rumbo al 2024.
En la antesala de la pelea por la presidencia de México, se destinarán 600 mil millones de pesos a estos beneficiarios que hoy en día siguen representando la principal apuesta presidencial para que Morena retenga el poder en el próximo sexenio.
Las estampas que vimos este fin de semana replicaron el mismo significado en Puebla, Hidalgo y Tlaxcala. Tres mandatarios gobernando no para los ciudadanos, sino para el partido del Presidente.
@rubysoriano @alquimiapoder