Un gobernador antimigrante
Por Javier Solórzano Zinser
Parte de la fortaleza y popularidad del gobernador de Texas está en su ataque contra migrantes. No sólo le sirve para aislar al estado de las tendencias promigrantes o para militarizar la frontera con México, le sirve también para confrontarse y verse diferente de los demócratas y enfrentarse políticamente con el presidente Joe Biden.
En pocas ocasiones la Casa Blanca ha hecho acuse de recibo a las posturas y provocaciones de Abbott. Como fuere, tarde que temprano todos estos factores tendrán que ser atendidos por Biden que ya ha anunciado su intento de reelección.
El demócrata prometió una reforma electoral al igual que sus antecesores, particularmente Barack Obama. Sin embargo, no podrá hacerlo porque en EU no hay condiciones para ello.
A los demócratas no les alcanza en el Congreso a lo que se suma que no hay un pleno consenso entre ellos. Entre los republicanos no es tema y no están dispuestos a ceder por ningún motivo; no han permitido que sea un asunto que al menos se discuta formalmente.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, tiene plena claridad en esto. Sabe que es una de las cartas de presentación electoral en el 2024. El texano no pareciera tener futuro presidencial, pero habrá que ver en qué termina todo esto y habrá que esperar también si hay algún tipo de entendimiento entre el autodestapado Donald Trump y el gobernador de Florida, quien cada vez va teniendo más adeptos y posibilidades. Diferentes analistas consideran que está hecho a imagen y semejanza de Trump, pero que resulta ser más “agradable”.
Mientras todo esto sucede, el gobernador texano ha ido metiendo el acelerador en el tema migratorio como en pocas ocasiones en los últimos años.
Encuentra dos motivos para ello, por un lado, se hace presente a nivel nacional en EU con su política antimigratoria, lo cual en muchos estados es compartida, incluso de manera militante. En particular en la zona que se conoce como la “América Profunda”, formada por buena parte de los estados del centro del país, donde se oponen, en muchos casos de manera hipócrita, a la presencia de los migrantes.
Por otro lado, buscan la invaluable mano de obra migrante, pero manifiestan una clara posición discriminatoria y racista. Sucede a menudo que se violan todo tipo de leyes con tal de contratar trabajadores migrantes para que hagan trabajos que muchos estadounidenses no quieren hacer en medio de un manifiesto racismo.
Abbott tiene muy claro el mapa estadounidense. En tiempos en que la nación está virtualmente dividida en dos partes como en pocas ocasiones a lo largo de su historia, ahonda la división, porque intuye que a través de ella existe la posibilidad de que en las elecciones del 2024 los republicanos puedan hacerse fuertes entre la población más conservadora del país, la cual no se pierda de vista que ha crecido significativamente.
En medio de todo esto estamos nosotros. Si bien no podemos participar de una dinámica interna en EU, sí debemos hacer valer el tema migratorio como un asunto multilateral, que coloca como primeros en la lista a EU y a México.
El gobierno tiene que hacer valer una posición firme respecto a las decisiones que está tomando el gobernador de Texas. Si bien lo hace de manera autónoma, hay una afectación directa a la relación bilateral y a un tema fundamental que no sólo es regional, sino que es del mundo entero, la migración.
No podemos hacer como si no pasara nada, nos están militarizando nuestra frontera y no por ello se está atemperando al menos la cuestión migratoria.
RESQUICIOS.
Jugada la primera jornada del mundial con la criticada Concacaf, con la triste excepción de Costa Rica, goleada por una esperanzadora España que ha dado la cara. EU empató ante un menospreciado Gales. Canadá, que falló un penalti, puso en vilo a Bélgica. México, con Paco Memo por delante, hizo merecimientos para ganar, estando su grupo como anda puede ser que el empate lo ponga en muchos aprietos, pero mal no se vio.