Tapados o destapados
Por Javier Solórzano Zinser
Los tapados viven destapados. No es tan cierto que vivimos en tiempos en que ya no hay tapados, desde el sexenio de Echeverría aparecían voces que hablaban sobre los suspirantes ante la anuencia presidencial.
Aquellas expresiones de “caballada está flaca” y “el que se mueve no sale en la foto” y muchas otras que colocaban en el imaginario colectivo nombres de los suspirantes del partidazo.
Una conversación entre el presidente Ruiz Cortines y su titular del trabajo, Adolfo López Mateos, muestra que los suspirantes estaban más destapados que tapados. El presidente llamó al funcionario para comunicarle que sería el ungido y le pidió discreción.
Cuando Ruiz Cortines lo vio salir por la puerta principal de Palacio le pidió que no saliera por ahí, porque estaba un grupo de periodistas, a lo que López Mateos le contestó que le había prometido que no iba a decir nada ante lo que Ruiz Cortines espetó: “Le creo, el problema es que se le nota”; todos sabían quién iba a ser el candidato con antelación.
Es el presidente quien por lo regular determina hacia dónde se deben dirigir “las fuerzas del partido”. Quizá las diferencias con los últimos años estén en el hecho de que los aspirantes hacen saber públicamente sus intenciones, presumimos que contando con el visto bueno del presidente en turno.
Algunos mandatarios han tenido que aceptar candidaturas que no querían. Con Carlos Salinas todo cambió ante el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Apareció en escena, quizá contra su voluntad, Ernesto Zedillo con quien a la fecha vive confrontado, hasta una huelga de hambre con agua Evian terminó por hacer por temor a ser detenido.
Vicente Fox no tuvo manera de frenar a Felipe Calderón y paradójicamente le “ayudó” de manera determinante a ganar las elecciones más controvertidas de la historia reciente; López Obrador no ha olvidado el proceso y por su narrativa cotidiana está claro que no lo olvidará jamás.
Que ya en el ejercicio del poder los “elegidos” se hayan alejado de quienes fueron claves en su triunfo es otra cosa. En la lectura política se considera inevitable hacerlo para poder tomar rumbos propios. Rompen, porque saben que no pueden permitir ni permitirse ante la sociedad verse como extensión de su antecesor.
El triunfo en el 2018 de López Obrador cambia paradigmas. Lo que ahora está por verse, a pesar de asegurar que ya no hay tapados, es si va a permitir un juego libre, el cual eventualmente le sea adverso, será uno de los pasajes de su sexenio en donde veremos si son o no como los de antes.
Las “corcholatas” son tapados destapados. Ellas y ellos lo saben como también deben tener claro que serán las circunstancias las que serán claves para la decisión, pero que por ahora por más vueltas que se le dé todo indica que la decisión se centra en la Jefa de Gobierno.
Es la más cercana, a quien le tiene más afecto y sobre todo, quien le garantiza, por lo menos por ahora, la continuidad de su proyecto. La cercanía es histórica, pero hoy tiene que ver también con la conjunción de intereses y con la visión de la gobernabilidad.
No hay certezas, porque no queda claro cuál puede ser el balance final y la evaluación que la sociedad le otorgará al proyecto de López Obrador. Los muchos pendientes, junto con los problemas que se cargan y los que llegarán, a quien pueden afectar es a la Jefa de Gobierno.
Muchas cosas están en el aire, pero Morena sin duda va mano. Podría ser que quién va a ser el presidente o presidenta no esté aspirando y no tenga la más remota idea de lo que espera.
RESQUICIOS
“El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ‘traicionó’ un pacto que mantenía desde al menos hace dos años y medio con la MS-13 en un acto que de suyo era ‘irresponsable’ y una ‘chapucería’. El rompimiento provocó que la MS-13 asesinara a cuando menos 87 personas entre el 25 y 27 de marzo. El Faro, diario salvadoreño, tiene en su poder grabaciones del acuerdo entre el presidente Bukele y MS-13”: Carlos Martínez, periodista de investigación de El Faro.