“Lo peor está por venir”
Por Javier Solórzano Zinser
El alto al fuego temporal, que más bien es la creación de corredores humanitarios, entre Rusia y Ucrania, será sólo una pausa en la invasión rusa.
El momento va a servir para que cada país recoja sus muertos, sane momentáneamente sus heridas y se reorganice. El presidente de Francia lo dejó establecido después de una larga conversación con Vladimir Putin: “Lo peor está por venir”.
Pudiera ser que las intenciones del presidente ruso vayan más allá de apoyar a los separatistas en terreno ucraniano. Por ahora no queda claro si el único objetivo es Ucrania, los temores de las naciones circunvecinas no son casuales, Georgia ya vivió una situación similar y Crimea ha terminado por ser ejemplo de lo que puede pasar.
Lo que se va viendo en el mundo es que, a pesar de que exista un consenso en contra de lo que está pasando, han surgido voces que bajo los terrenos ideológicos conceden riesgosamente algún tipo de reconocimiento al ataque ruso. Hay quien dice que quizá nunca hemos dejado de estar bajo la Guerra Fría.
La decisión de Putin pasa por dar un golpe en la mesa para hacerse presente no sólo en los países vecinos, sino también en la geopolítica del mundo.
Mientras China se la ha pasado de alguna manera agazapado sin dejar de ser la gran potencia, EU ha jugado abiertamente el papel hegemónico desde la caída del muro, lo cual fue interpretado como un triunfo del libre mercado de la mano de la derrota de las economías de Estado, con lo que esto implica.
Lo que vivió Rusia en los 80 fue tremendo. En algún sentido parecía que la nación se caía a pedacitos. Recordamos varias visitas en aquellos años en que las urgencias estaban al límite en el ámbito económico y político. No había salida y lo que pudo ser el gran proyecto de Mijail Gorbachov terminó por tirarse materialmente a la basura.
Las urgencias eran tales que había que pensar en una reestructuración interna antes que contemplar el papel del país en la geopolítica del mundo.
Si alguien lo ha entendido es Vladimir Putin. Después de las inevitables secuelas que provocó la caída del Muro de Berlín fue preparando su llegada al poder bajo lineamientos en que la población se ha sentido amparada y apoyada.
Al interior de Rusia hay voces en contra de la invasión, pero también hay muchas voces en favor de que el país vuelva a jugar un papel hegemónico en el mundo. Putin es el personaje al que se le ve como el guía. En los procesos electorales ha triunfado con contundencia, más allá de que en muchos casos ha lanzado la maquinaria del Estado para ganar las elecciones.
No es fácil entender lo que está pasando. Ucrania también corre con muchas adversidades y muchos problemas. La invasión está cohesionando a los ucranianos, pero antes de ella estaban a la vista situaciones que pasan por la discriminación y por la violación a los derechos humanos.
Sin embargo, desde donde se vea la invasión rompe con la autonomía y autodeterminación de las naciones. La reacción del mundo tiene que ver con lo que está a la vista de todos: la muerte, la violencia, el rompimiento de millones de familias y la violación del derecho internacional.
Pero también está de por medio lo que puede pasar a partir de ahora. El momentáneo alto al fuego es solamente eso, una pausa para preparar lo que para Putin deberá de ser el desenlace.
Por algo el presidente de Francia dijo que “viene lo peor”. Será importante que nuestro país como integrante del Consejo de Seguridad de la ONU haga valer el derecho internacional, el respeto a los derechos humanos, el diálogo y la urgencia de terminar con la invasión.
Lo que debe quedarnos claro es que no podemos ver las cosas desde la tribuna.
RESQUICIOS
La invasión a Ucrania ha provocado un desplazamiento de 5.6 millones de personas. Europa vivirá una oleada de refugiados, la cual podría llevar a conflictos sociales y quizá raciales. Como dijo Octavio Paz, “las guerras del siglo XXI tendrán en las grandes movilizaciones sociales su signo”.