Morena, en su laberinto
Por Javier Solórzano Zinser
Morena está entrando en un momento crucial en su vida como partido. Está entre los terrenos que lo ubican entre repetir los errores de décadas del PRI bajo condiciones democráticas y de pluralidad diferentes a las que se vivieron en aquellos años, o ser un partido moderno en que tarde que temprano tenga que hacer a un lado a su abrumador y dominante líder.
Es probable que algunos dentro del partido entiendan esta disyuntiva, pero hay quienes quieren un partido controlado, dominante y con una visión con tintes autoritarios de grupos.
Independientemente de la controversia no casual que provoca Ricardo Monreal, resulta que el zacatecano representa posiciones políticas que debieran ser atendidas, más allá de que prevalezca la fuerza de los “duros”.
Muchos se asumen como históricos o como fieles representantes del partido, del pueblo y de la historia. Las posiciones que guardan más que invitar al debate llevan a la imposición y al señalamiento de quienes no piensan como ellos.
Lo que no puede dejar de considerarse es el hecho de que muchos y muchas que asumen esta posición tienen un pasado que, más que cuestionable, está marcado por posiciones que en muchos casos presumían ser razonables y sensibles.
Muchos expriistas hoy en Morena se asumen no sólo como militantes a morir del partido, también se definen como defensores de las causas populares como si toda la vida las hubieran enarbolado.
Hay mucho de hipocresía y soberbia en todo esto, hoy sueltan discursos asumiéndose como “puristas”, cuestión que no cuadra porque en otro tiempo si algo los caracterizaba era el servilismo.
Hace algunos años defendían al régimen priista con vehemencia desbordada, hoy caminan como si no existiera la memoria histórica. En lugar de asumir lo que vivieron e hicieron como un aprendizaje hoy se vuelven jueces y ponderan sin ton ni son, haciendo a un lado ese aprendizaje, el cual le vendría muy bien al país, al Presidente y a Morena.
En el movimiento tienen que hacer a un lado la dosis de soberbia en que caen a menudo. Muchos están en el partido de manera definitivamente oportunista, otros se sienten los del origen y razón de ser; otros lo han encontrado como una alternativa en el saltimbanqui de la política, otros se asumen como la encarnación del pueblo; pero pareciera que se les olvida que la razón de ser y pudiera ser que el destino empiece y termina en y con López Obrador; no se ve que en el partido estén buscando tomar derroteros propios de no ser los que se dictan desde Palacio Nacional.
El caso Monreal es significativo porque puede ser la posibilidad de imprimir un diálogo interno que lleve a posiciones críticas, las cuales permitan resolver problemas, como los que están provocando los gobernadores de Veracruz y Morelos, sin pasar por alto que en Puebla las cosas están complicadas.
Se les está cuidando más por ser de Morena o afines, en lugar de abrir un debate sobre sus gestiones. La forma en que se defendió al gobernador de Veracruz en el legislativo resultó torpe y obvia. En el caso de Morelos, aunque el gobernador no sea de Morena, es evidente que tiene todo el apoyo del Presidente, por lo que nadie se atreve a meterse.
Morena debe buscar una condición diferente de negociación política en donde se escuche a quienes no piensan como ellos, como lo dijo de manera muy clara la senadora Olga Sánchez Cordero el sábado pasado y el propio secretario de Gobernación, quien más allá de su estrechísima relación con el Presidente va adquiriendo peso propio.
Hay quien ve lo que está pasando en Morena, pero también hay quien apuesta todo a ysq como si fuera eterno.
RESQUICIOS
Lo que fortalece y le da credibilidad al INE es su pluralidad. Los integrantes del instituto se reúnen con todos los partidos regularmente, a lo que se suma la representatividad partidista en el INE. Argumentar Lorenzo Córdova que sólo se reúne con el PAN no concuerda con lo que pasa cotidianamente.