Entre lo que ven y lo que es
Por Javier Solórzano Zinser
Bajo la lógica de la gobernabilidad, de mantener altos los ánimos y mostrarse de la mejor manera posible, que se busque atemperar los problemas tiene su razón de ser.
No hay gobierno que no lo haga. Lo que se supone es que esta estrategia lleva un diagnóstico preciso de lo que realmente está pasando, no hay manera de que el discurso sea más fuerte y trascendente que la realidad.
No se trata de contar la peor de las historias porque crea estados de ánimo que no ayudan en la vida cotidiana. Los gobiernos tratan de poner la mejor cara porque además si algo queremos los ciudadanos es vivir bajo estados de ánimo en donde el gobierno no se la pase en recordarnos las adversidades.
Tampoco se puede hablar del mejor de los mundos porque la realidad de muchas familias contrasta con cualquier cosa que les cuenten que no tenga que ver con la realidad que viven.
López Obrador se mueve bajo la estrategia de poner por delante la mejor de las caras ponderando que con él todo es diferente. Esto no es nuevo, desde sus tiempos como dirigente partidista, Jefe de Gobierno de la capital, candidato a la Presidencia y ahora como Presidente del país. Tiende a mostrar lo que se hace en sus administraciones como diferente y positivo contrastándolo con el pasado.
Cuando se refiere a lo que ha sido el país todo pasa por el rasero de su identidad con personajes que desde dónde se vea hemos reconocido como parte importante para el desarrollo y la historia de lo que somos como nación.
Partamos de nuevo en la revisión que hace del pasado en los 60 y 70 al cual refiere hasta con nostalgia lo cual lo convierte en una de las aristas de su discurso para la gobernabilidad. Hay otro pasado al cual el Presidente se refiere que sirve para impugnarlo, denostarlo y denunciarlo y que le es particularmente útil también para su gobernabilidad.
Existe una delgada línea entre lo que se cuenta y lo que es, lo cual entra en terrenos en que voluntaria o involuntariamente se puede terminar en el engaño e incluso la mentira. Algunos asuntos escapan del ámbito ciudadano porque están en áreas que, aunque en el mediano plazo les afecten, no se ven en su cotidianidad.
Son asuntos que se dirimen y desarrollan en esferas hasta cierto punto ajenas a la sociedad, la cual asume lo que dicen y hacen los gobernantes en función de la credibilidad que se les tiene. Los ciudadanos al votar depositan esperanza y confianza en quien aspira a gobernar.
Bajo los tiempos de una abrumadora popularidad presidencial lo que sale de Palacio Nacional, y en muchas ocasiones de la voz de los funcionarios, acaba por ser creído sin ser cuestionado aunque existan elementos que eventualmente demuestren lo contrario.
No se alcanzan a ver porque la información no se contrasta y en muchas ocasiones ni tiempo hay para ello. El discurso se vuelve unilateral, por un lado se arremete contra críticos e incluso especialistas, y por otro lado se hace ver al discurso oficial como la razón y directriz.
En esta administración la tendencia se ha agudizado, lo cual es algo que la sociedad de diferentes maneras ha vivido durante mucho tiempo; el Gobierno dice una cosa, pero la realidad puede decir otra.
Es cada vez más recurrente que desde el Gobierno se hagan referencias sobre asuntos que son cuestionados, a pesar de que haya puntos de vista fundamentados diferentes, más allá de filias y fobias.
La mirada de EU sobre la Reforma Eléctrica cae en este terreno. No es que se haga lo que ellos dicen, de lo que se trata es que se informe del estado real de las cosas y no que se cambie lo que está a la vista, como planteó la titular de Energía; igual terminaron confundiendo con la salud del Presidente el fin de semana.
RESQUICIOS
Provocó todo tipo de comentarios la referencia del Presidente a su testamento. Lo fundamental es que el Presidente esté bien de salud, lo segundo pasa por terrenos personales pero no por los terrenos legales, las leyes se encargan de ello.