Progeria

Share

Por Fernando Vázquez Rigada

Progeria es la enfermedad del envejecimiento prematuro. Los niños que la contraen tienen una vida muy corta, apenas un poco más de una década.

Así está Morena.

Su cuerpo está siendo invadido por células viejas, que consumen su energía, sus ideales, su honradez.

Ha adquirido todo lo malo del pasado.

La última radiografía, el trato a la crisis tras la ejecución de Carlos Manzo, confirma el diagnóstico: Morena es un partido político viejo y vertical.

Primero, ignoraron las peticiones —bravas unas, desesperadas otras— del alcalde de Uruapan. Ignorar los problemas no los desaparece. El Estado amnistió en 1959 a Rubén Jaramillo, luego ignoró sus reclamos y terminó matándolo.

Segundo, pasaron horas tras la muerte para tener una reacción, que, al final fue fría y técnica. Igual que en los sismos de 1985, el gobierno quedó paralizado y pasaron largas horas antes de atajar un problema que fue creciendo hora tras hora.

Tercero, la presidenta sale a regañar a los indignados en la mañanera del lunes y a los opositores demandándoles propuestas. Igual que en el escándalo de la Casa Blanca y el aumento a las gasolinas por Peña Nieto. Tras la revelación de la casa, Angélica Rivera sale a reprender a los mexicanos. En el gasolinazo, Peña reta ante la cámara: Ustedes, ¿qué hubieran hecho?

Cuarto. Tras el fracaso para apaciguar las reacciones de la muerte de Manzo, la sociedad se moviliza en 66 ciudades. 66. El Estado niega legitimidad a las marchas, las liga con la ultraderecha internacional, dice que no son personas, sino bots. Impiden que el Zócalo se llene y terminan reprimiendo. Díaz Ordaz, de vivir, los demandaría por plagio.

Quinto. En la marcha de la CDMX, el Estado infiltra golpeadores profesionales y entrenados. Se repite el halconazo de Luis Echeverría en 1971.

Sexto. Tras el escándalo de las imágenes de jóvenes golpeados, detenidos o desaparecidos, los 24 gobernadores de Morena y achichincles, salen en desplegado patriótico a respaldar a la jefa de Estado. También los líderes del Congreso. El partido convoca a una mega concentración en diciembre. A ver de qué cuero salen más correas. Igual que el PRI con López Portillo cuando expropió la banca.

Séptimo. El aparato moviliza a sus influencers y patiños de la mañanera para respaldar a la presidenta. Triste recuerdo del discurso lamentable de Martín Luis Guzmán el 7 de junio de 1969 alabando la matanza de Tlatelolco en presencia de Gustavo Díaz Ordaz. Casi todos los magnates del periodismo —Julio Scherer, una excepción— le aplaudieron a rabiar. Aquí, los medios han sido muy críticos, pero los nuevos medios, dominados por Morena, que se mueven en el mundo digital y sus plumas pagadas en medios tradicionales han sido ejemplo de abyección.

Octavo. ¡La Suprema Corte de Justicia! publica un desplegado de apoyo a la presidenta. La subordinación total y pública, como cuando Carlos del Río, presidente de la Corte aplaudió de pie un trozo del informe de Carlos Salinas en 1990. Tuvo que renunciar. Aquí, ni eso.

Noveno. Se amenaza a anunciantes de TV Azteca. Igual que el boicot contra Excélsior que promovió Luis Echeverría.

Podría seguir. Las Comisiones de Derechos Humanos, en los hechos, han dejado de existir. El régimen se endurece contra opositores.

En este cuerpo prematuramente envejecido, las pugnas internas intestinas devoran la credibilidad y el aprecio social del régimen.

No es lo mismo los Tres Mosqueteros que Veinte Años Después.

El discurso antisistema se agotó.

La sociedad, aunque los analistas del régimen no lo crean, no es la misma que en el 2017.

Los viejos manuales, entonces, sólo sirven para una cosa: para tirarlos a la basura.

Y pronto. El envejecimiento, siempre, consume la vida.

 

@fvazquezrig