“Como perros de rancho”
Por Javier Solórzano Zinser
Cada vez que Morena entra en los terrenos de los conflictos internos se confirma que su futuro no está marcado por el crecimiento de la oposición, sino por los problemas que se producen entre sus militantes, sus intereses y su oportunismo.
Por más que se quiera hacer ver que al final las cosas se resuelven, es claro que los problemas dejan secuelas y que, probablemente, se agudicen cuando aparezcan candidaturas para las elecciones; el 2027 está cerca y por ahora son más las fisuras que la cohesión.
Mucho tiene que ver en todo esto la forma en que ha sido organizado el movimiento. Son capaces de cualquier cosa con tal de tener un voto para conseguir la mayoría, como sucedió con Miguel Ángel Yunes. Presumen que algunos legisladores se quieren pasar al partido y que sólo es cuestión de tiempo, lo que les importa es sumar y lo que menos les importa es quién se suma.
La oposición sigue diluida por más vociferante que sea, y también por más que en ocasiones tenga la razón y ofrezca argumentos. Morena además de tener el control en el Congreso tiene el control territorial, lo cual le consolida como la fuerza predominante, y muy a menudo abrumadora, políticamente hablando. En cuanto se supieron ganadores hace un año, regresaron al territorio con programas sociales y promesas.
No se puede vivir bajo el no pasa nada ante lances como el que se suscitó entre la titular de Bienestar y 80 legisladores de la mayoría, a pesar de la mejor cara que quiso poner la secretaria ayer en la mañanera.
Las y los legisladores quieren estar en la jugada y que se les haga ver ante la ciudadanía como parte de los beneficios que ofrece el Gobierno. Un buen número de diputados morenistas, que por lo que se va sabiendo, fueron “maltratados” por la funcionaria, pidió su renuncia. Seguramente se negarán los términos del ríspido diálogo que se dio a conocer en las filtraciones de audio.
Nos tratan, dijeron, como “perros de rancho” en una alusión clara sobre cómo los hacen a un lado en momentos en que hay beneficios.
Seguramente el problema se va a resolver. Desde ayer quedó claro que la Presidenta apoya a la secretaria, como quedó claro también que apoya al titular de Educación ante las vociferantes declaraciones de quien fue el muy cuestionado vocero durante la pandemia; su equipo es su equipo.
La cuestión está en que todo esto va dejando secuelas entre morenistas. Por más que se minimicen las cosas, bajo la idea del no pasa nada como tónica del partido y del mismo Gobierno, cuando aparecen críticas fundadas a lo que hacen. No se van a dividir porque el poder es jugoso en todos los sentidos y además se vislumbra de largo alcance, pero en el camino estamos empezando a ver escarceos, algunos de los cuales pueden terminar bajo escenarios inesperados.
En la medida en que pase el tiempo, Morena va a ir pagando la forma singular de organizarse. Con López Obrador no se permitían sublevaciones, pero ahora que el partido se va abriendo, inevitablemente, están apareciendo diferencias que sólo estaban debajo de la mesa.
Es probable que si alguien tiene claro todo esto sea la Presidenta. Sabe que no puede gobernar como su antecesor. Una razón está en que el país es otro, y a pesar de que Sheinbaum tenga una mayor aceptación que el tabasqueño, no le da necesariamente toda la capacidad de maniobra interna.
La senadora morenista por Chihuahua refleja las confrontaciones, contradicciones y el falso protagonismo. Se la pasa elogiando a la Presidenta, pero representa exactamente lo contrario de lo que propone y es.
Vienen nuevos y frontales agarrones de pronóstico reservado, las tribus empiezan a soltar los brazos y quieren su tajada del pastel.
RESQUICIOS.
Dice Luis Foncerrada que no necesariamente es creíble el pronóstico del FMI sobre la contracción en México. Pudieron haber partido de un análisis en función de la aplicación indiscriminada de aranceles, pero las cosas fueron diferentes, el diagnóstico es francamente “pesimista”.