Proselitismo con cargo al erario
Por Aurelio Contreras Moreno
Verdadero furor causó la apertura del proceso de inscripción para ser candidato/a de Morena a las presidencias municipales que estarán en juego en el estado de Veracruz en los comicios de junio próximo.
Según sus datos, han sido “miles” los inscritos en todos los municipios del estado que buscan ser abanderados del nuevo partido hegemónico, el que se perfila –gracias al clientelismo con que gobierna y a la demolición de las instituciones democráticas que instrumentó- para arrasar en unas elecciones en las que la oposición, simple y sencillamente, no existe. Ha sido borrada. Incluso, por decisión propia.
Partidos como el PRI y hasta el PAN –ni qué decir del extinto PRD- se han desfondado y varias de sus figuras regionales han comenzado a emigrar hacia el organismo político que, como antes el tricolor, “garantiza” el acceso a posiciones de poder.
Ese fenómeno es uno más de los efectos del retroceso democrático que se vivió tras la elección del pasado mes de junio de 2024, misma que devolvió a México a un estadio político como el de la década de los 70 del siglo pasado, e incluso quizás más atrás en la historia del país.
No es raro pues que, como sucedía hace 50 o 60 años, ante los resultados de una brutal elección de Estado un solo partido se haya convertido prácticamente en la única vía para llegar a cargos de elección popular, mientras que el resto o se le unen como sus “satélites”, o se condenan a ser una oposición meramente testimonial y, eventualmente, a desaparecer.
Esa efervescencia y la “flexibilidad” que permite que cualquiera se pueda inscribir en los procesos internos de Morena, sin embargo, le puede resultar sumamente costosa a ese partido, y en especial a sus verdaderos militantes, pues una oleada de arribistas provenientes de otras denominaciones partidistas se han dejado ir hacia el nuevo partido oficial, donde pareciera que, como dijera alguna vez un clásico, hasta si postulan una vaca –o en su defecto, un buey-, ganan.
Más allá de si Morena permite el desplazamiento de sus verdaderos militantes para darle espacio a los “chapulines” –lo cual tampoco sería nuevo, lo han hecho desde su fundación por pragmatismo y/o conveniencia-, y si aquellos, obedientes, se aguantan, lo que resulta inconcebible es que con total descaro vayan a hacer proselitismo partidista interno funcionarios públicos o representantes populares cuyas tareas son –al menos en el papel- para beneficio del colectivo, y por lo cual cobran recursos públicos.
Desde subsecretarios a directores de oficina, varios servidores públicos del gobierno de Rocío Nahle –que lleva apenas poco más de un mes en funciones- se inscribieron para buscar una candidatura, ¡pero sin renunciar a sus cargos! Lo cual no solo es carente de ética y moralidad política. Muy fácilmente puede configurarse como un flagrante desvío de recursos.
En ese supuesto se encuentran por ejemplo el subsecretario de Egresos de la Secretaría de Finanzas, Pedro Miguel Rosaldo, y la subsecretaria de Desarrollo Social, Eusebia Cortés Pérez, quienes aspiran a la alcaldía de Coatzacoalcos y que entre que los palomean o no –está comprobado que las encuestas de Morena para definir candidaturas son una vacilada-, no piensan dejar el jugoso “hueso” que les dieron en la administración estatal.
Mismo caso es el de Daniela Griego Ceballos, directora del Instituto de Pensiones del Estado, quien se apuntó para la presidencia municipal de Xalapa, y que particularmente llama la atención porque había caracterizado su trayectoria política por la congruencia y fue, por mucho, de las muy pocas funcionarias que hicieron un papel decoroso en el sexenio del infame, corrupto y autoritario Cuitláhuac García Jiménez. Pero el hecho de ir a un proceso electoral partidista sin dejar su cargo público la coloca en la misma bolsa de basura que los demás.
Esto aplica de igual manera para quienes desde una diputación federal o local andan en las mismas, pues la búsqueda de una candidatura municipal invariablemente les distraerá de la labor por la que cobran una cuantiosa dieta del erario, pero que no van a devengar. Aunque levantar dedos tampoco es que sea una ciencia.
Lo peor es que no hay mucho por hacer contra estos abusos. El sistema jurídico del país fue destruido con la complacencia de la población y la nueva clase gobernante puede hacer, literalmente, lo que le dé la gana.
Pero lo corruptos, no se lo quitan con nada.
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