Una reforma con calzador
Por Javier Solórzano Zinser
Hace algunas semanas planteábamos la necesidad de que en un proceso de esta magnitud se dejaran ayudar. Les está ganando la prisa y algo que es mucho más delicado en un proceso inédito, la soberbia, y pensar que tienen el remedio y el trapito.
Cada vez surgen más elementos que hacen ver dosis de improvisación. Se está proponiendo cambiar el Poder Judicial, sin duda algo necesario e indispensable, pero al hacerlo pasan por alto detalles que están problematizando aún más el ya de suyo complejo proceso.
A pesar de que el Tribunal Electoral le ha dado el visto bueno al INE para que continúe con el proceso de la elección en el Poder Judicial, se han presentado elementos que no consideraron las y los magistrados a la hora de la votación, como fueron los planteamientos de su par Janine Otálora.
A esto se han sumado las contradicciones de diversos actores centrales en el proceso de la Reforma. Hace no muchos días decían una cosa y ahora están diciendo lo contrario, lo cual, a querer o no, le provoca aún más ruido a la Reforma por más que ya haya sido aprobada y siga bajo el voy derecho y no me quito.
La ministra Loretta Ortiz en diciembre del año pasado se manifestó total y definitivamente en contra de la elección directa de los ministros. El exministro Arturo Zaldívar, hoy prócer de la 4T, emitía opiniones muy distintas de las que hoy hace, lo cual lleva a interpretarse más que como una mirada diferente de las leyes por tener nueva información, como un mecanismo para que la Reforma se pueda echar a andar sin dique alguno y sin importar las condiciones en que se establezca.
Como el camino sigue siendo altamente trompicado, las reacciones del exterior no dejan de ser críticas. Una de las constantes es que el proceso para la elección resulta confuso y más aún su desenlace, por la incertidumbre que provoca la forma en que se está eligiendo y a quienes eventualmente se elija.
No pareciera que el proceso de elección haya logrado permear entre quienes se dedican a las leyes. Por lo que se sabe, no se han inscrito muchos aspirantes, lo cual pudiera deberse a que pudieron andar entre dudas sobre el proceso mismo, y también quizá se saben todavía inexpertos para las importantes tareas que eventualmente les esperen; en medio del absurdo de las muchas cosas que se han dicho con motivo de la Reforma, no puede aceptarse aquello de que no se necesita mucho conocimiento para saber qué es la justicia.
Algunas voces dentro del oficialismo aseguran que de alguna manera se ha generado algo así como un boicot para que no participen aspirantes en las elecciones al Poder Judicial. No hay elementos concretos para poderlo afirmar, pero si fuera así no tiene sentido. Estamos ante una situación de hechos consumados ante los cuales más vale sumarnos para tratar de que todo el proceso salga lo mejor posible, independientemente de su complejidad y de sus evidentes contradicciones.
Es cierto, como a menudo increpa el oficialismo, que la oposición y las voces críticas se han convertido en entes reactivos. Sin embargo, dentro de ello hay elementos que atender en lo que corresponde a la Reforma Judicial y a muchas otras reformas y planteamientos que está haciendo el Gobierno. Es importante para los críticos hacerse valer, es una forma de que sean escuchados, y en el camino es importante para la oposición poner elementos en la mesa, que los tiene, para construir la Reforma Judicial.
Esto ya está echado a andar. A querer o no es responsabilidad de todos hacerlo bien.
RESQUICIOS.
Es cuestión de días para que desaparezcan siete institutos autónomos. El Gobierno no visualiza los problemas que se vienen particularmente en transparencia y protección de datos personales. Serán tiempos en que el Gobierno se verá solo en su propio espejo. Muchas cosas en los institutos no iban bien, pero no era para desaparecerlos bajo el austericidio, más que austeridad y por otros motivos que ya conoceremos.