La soledad “palaciega”

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Por Ruby Soriano

El cisma entre morenistas es una realidad y se hace evidente frente a los jaloneos que se presentan en el interior del poder donde personajes como Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Pedro Haces están en el ojo mediático, pero no por su trabajo, sino por los exabruptos y derroche de ostentosidad que nada tiene que ver con el discurso que la presidenta Claudia Sheinbaum defiende desde el Palacio Nacional.

Desde hace semanas, la primera mujer Presidenta de México hace frente a lo que sí se puede catalogar como una velada, pero al fin real violencia de género.

Sus ex compañeros de militancia la exhiben como la titular de una gran oficina de trámites que se mueve en la sede nacional del gobierno, pero se instruye muy lejos de ahí.

Los desaciertos de Sheinbaum y su primer círculo dejan ver una falta de coordinación con las cúpulas del poder legislativo que se nota reciben al oído instrucciones de otro interlocutor que no es la actual mandataria de México.

Es obligado que la suspicacia trae a la mesa la forma de actuar de Adán Augusto, Monreal y Haces, quienes, hasta ahora, le han puesto la piedra en el zapato a una Presidenta que por momentos parece estar en una gran soledad palaciega.

Y es que sería inocente pensar que las fidelidades están con ella, y no con quien sigue siendo el gran líder de los morenistas, dígase el expresidente Andrés Manuel López Obrador.

El poder legislativo se nota que acuerda en otro lado y con un personaje político que no es la mandataria del país.

Tal parece que garantizarle lealtad al “Mesías” del morenismo incluye romper lanzas con el ejecutivo y aprovechar esa presunción de impunidad para exacerbadas muestras de poder, que en distintos momentos han dejado ver Monreal, Adán Augusto y Pedro Haces.

Una parte de las bases morenistas se sienten incómodas, ofendidas, desplazadas ante las exultantes muestras del poder de viejos tiempos que marcaron al México del populismo y de la corrupción desbordada por la riqueza de líderes obreros.

Fiestas, helicópteros, viajes, diversión, ceremonias masónicas son la clave para seguir el hilo del morenismo de excesos, donde la “Austeridad Republicana” no tiene lugar.

Los morenistas están navegando entre muchísimos excesos que ponen en riesgo la ruta de un partido colonizado por personajes del más cuestionable nivel, que hoy se asumen parte de un movimiento sólo con pronunciar en repetidas ocasiones la palabra “Pueblo”, como si con ello, mostraran las credenciales de auténtica convicción de militancia dentro del partido que hoy gobierna a México.

 

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