Por Fernando Vázquez Rigada
No hay nada más claro que las señales electorales. El optimismo irracional, en política, es mortal.
Quienes piensen que Donald Trump no cumplirá cabalmente sus promesas de campaña, se equivocan y más: se autoengañan.
Trump es el primer presidente republicano que gana el voto popular en dos décadas. Se queda con ambas cámaras del Congreso, sin regalos de supermayorías, como aquí.
La ola roja que encabezó arrasó, casi, en todo el país.
Su discurso macho prevaleció.
Su ofensa contra migrantes, sus amenazas contra cárteles, su defensa vehemente de la agenda conservadora, conectaron con una mayoría del electorado.
Lo que vemos en Estados Unidos es el espejo de lo que ocurre aquí.
A los ojos de los duros de Morena, la presidenta Sheinbaum Pardo y sus aliados ganaron un mandato incuestionable que hay que cumplir. Recibieron el obsequio de una mayoría calificada en la Cámara de Diputados. La compraron en el Senado. Con ella, están haciendo lo que quieren, y ellos lo aplauden.
Bajo esa lógica, ¿por qué habría de ocurrir diferente en Estados Unidos en general y en sus amenazas contra México, en lo particular?
Porque EU puede perder mucho si Trump cumple sus amenazas contra México, alegan los mismos duros que aplican la aplanadora aquí.
¿En serio?
Desde una perspectiva racional, nuestra dependencia es brutal. Hay 36 millones de personas de origen mexicano en EU, más de 12 mexicanos, y 5 ilegales. Deportarlos sería un éxodo humano. ¿Qué haríamos con ellos? ¿Y el desplome de remesas que llegan a 12 millones de personas? Claro, nuestros paisanos trabajan duro en empleos que ni los negros quieren hacer (Fox dixit) ¿Y? ¿Sería la debacle de la economía norteamericana? Lo dudo.
Importamos la inmensa mayoría de la gasolina y el gas que consumimos. Igual, la mitad del maíz. Un bloqueo y ¡puf! colapsamos.
El año pasado exportamos 457 mil millones de dólares a EU. Más o menos el 26% del PIB. ¿Y si, como alertan, nos ponen ilegalmente tarifas de 25, 100, 200%?
Los optimistas irracionales dicen que eso lastimaría a los consumidores estadounidenses.
Sí. ¿Y?
Porque aquí entran las consideraciones políticas.
Trump es un populista. Las consideraciones racionales no importan. Importa el juego de poder. Mantener su mayoría y permanecer en el poder.
Vean el retrato de Venezuela, Nicaragua o Cuba. A sus dictadores —a los que tanto admira el oficialismo duro—, ¿les ha importado depauperar a sus pueblos?
No. Les ha importado eternizarse en el poder y enriquecer a una nueva casta de cercanos.
¿Qué racionalidad tuvo dar abrazos a criminales? Con un país ensangrentado ¿qué racionalidad tuvo arrasar al poder judicial, militarizar la policía y arrumbar a la Comisión de los Derechos Humanos? ¿Cuál, negar el efecto devastador de la pandemia? ¿Qué responsabilidad hay en endeudar al país en 7 billones de pesos y cerrar con un déficit del 6%?
Respuesta: ninguna.
Respuesta 2: pero arrasaron en la elección.
Bueno, no veo porqué lo que es bueno para el régimen de aquí sería malo para el nuevo gobierno de Estados Unidos.
Vamos de frente a un callejón sin salida. Sin contundencia contra los cárteles. Regalando petróleo a Cuba. Contratando miles de médicos cubanos. Apapachando a Maduro.
Veremos el enfrentamiento de dos populismos. Ya lo habíamos visto antes, en 2016, y resultó en un México claudicante.
Pero hoy el escenario es más complejo.
Y más mortífero.
En los populismos no hay racionalidad. Hay lógica de poder.
Nada más.
@fvazquezrig