Por Sandra Luz Tello Velázquez
El Día de Muertos en México es un puente que conecta el mundo de los vivos con el de los muertos. Por algunos días los altares, adornados con flores de cempasúchil, comida típica de la temporada, incienso, sal, agua, pan de muerto, imágenes religiosas, veladoras, fotografías y objetos personales, se transforman en las llaves para abrir portales que permiten a los espíritus de los seres amados ya fallecidos regresar a este plano.
La ambivalencia es la esencia del día de muertos para los mexicanos, pues es una celebración intensa, apasionada para los que se han despedido a sus seres amados. El dos de noviembre (y los días anteriores) implican una mezcla de sentimientos que van de la alegría a la tristeza, de la fiesta a la solemnidad, que nos llevan a celebrar la muerte para sentirnos más vivos. Estas aparentes contradicciones son herencia de la visión cíclica del tiempo y la existencia presente en las culturas prehispánicas y la mística espiritualidad católica que trajeron los españoles.
En estos días hay una comunicación entre los dos mundos que subyace en el significado espiritual, aunque también se encuentra una connotación social, pues dicha celebración fortalece los lazos familiares y comunitarios, recordándonos que somos parte de la cadena generacional unida por la tradición, ya que la muerte, lejos de ser un final, es concebida como una parte integral del ciclo de la vida, cuando el mexicano honra a los difuntos, también reafirma sus vínculos con el pasado y asegura su continuidad en este plano.
La festividad del Día de Muertos tiene diversos enfoques en las regiones de México, principalmente en la zona centro-sur, aunque en todo el país el sincretismo resultado de largos procesos culturales ha sido fundamental para los distintos rituales que hay en el país.
De igual manera, es evidente que en los vecindarios urbanos o en las localidades más apartadas, durante varios días, se suelen dar diversos encuentros, ya sea de carácter preparatorio o de índole ritual, ello propicia numerosas interacciones de grupos, de familias y de comunidades enteras entre vivos y muertos.
Cabe señalar que, en el imaginario colectivo internacional el día de muertos ha sido reconocido debido al cine, a la televisión o a otros medios masivos, con diversas connotaciones que en muchos casos están alejados de nuestra realidad, pues se deja de lado que las celebraciones dedicadas a los muertos comparten la tradición secular además de la pluralidad prehispánica.
Finalmente, nuestra tradición del Día de Muertos tiene un significado profundo con gran riqueza cultural reconocido por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, por lo cual debe ser protegida y mantenida por las nuevas generaciones.