Quebradero

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Un futuro que sea de tod@s

Por Javier Solórzano Zinser

Si bien a la futura Presidenta no le tocará decidir directamente el quehacer en el mes de septiembre, no se puede pasar por alto que su voz tendrá que manifestarse.

Las cosas apuntan a que el Presidente tendrá un septiembre de jolgorio. Tendrá un Congreso con mayoría y podrá alcanzar la aprobación automática de sus reformas del 5 de febrero.

Para la gobernabilidad futura del país, no tiene sentido que la futura Presidenta vea el partido desde la tribuna. Todo lo que se haga en el mes de la patria va a influir directamente en su Gobierno. Claudia ha expresado en diversas ocasiones su pleno apoyo a las propuestas del Presidente, en su campaña las hizo parte de su eventual programa de Gobierno.

Claudia tendrá ese mismo Congreso para plantear todos los proyectos que considere, pero es evidente que el Presidente, si algo quiere, es hacer de septiembre el mes de sus reformas. La cuestión está en si Claudia va a utilizar la maquinaria, Parlamentos Abiertos que no lleguen a mucho y si al final seguirá la línea de que no se le pueden cambiar a sus propuestas ni una coma.

Con la votación del domingo, si algo es evidente es que son los tiempos de escuchar a todos, dialogar y llegar a consensos. Es momento en donde como en pocas ocasiones, se aplica aquello de que ‘entre más poderoso más generoso’.

La razón está en que al tener una mayoría tan clara y a sabiendas de que con sólo llevar a cabo una votación a mano alzada, se pueden aprobar muchas de sus propuestas. Lo indicado es escuchar para que los planteamientos de la futura Presidenta tengan la fuerza no únicamente de su gran mayoría, sino de un consenso en donde todos estén involucrados.

Al tener mayoría con capacidad de maniobra, sus posibilidades de negociación crecen. Tiene a la mano el reto de fortalecer el régimen democrático y reconocer la pluralidad. Le va a ser importante para aprobar sus propuestas, algunas de ellas de enorme relevancia como las que tienen que ver con las mujeres.

No tiene por qué seguir al pie de la letra las formas bajo las cuales el país se ha visto sometido por el Presidente. Sin hacer a un lado la fidelidad, pero sobre todo sus convicciones, tiene a la mano generar procesos de comunicación distintos.

Tener la mayoría no significa pasarle por encima a los adversarios. Es el momento de un fortalecimiento colectivo buscando dejar la polarización atrás, porque a todos no ha hecho dado y pesado. No se puede en estos tiempos vivir en la cerrazón de unos y otros.

Hemos hecho referencia al caso de que Claudia puede tener más problemas al interior que con sus adversarios. No puede prevalecer al interior de su gobierno la negación a negociar y no escuchar a los otros, negociar no es una forma de sometimiento, es una forma de entendimiento.

Estos días la futura Presidenta se ha manejado con mesura. Es muy probable que vaya asimilando la importancia de su cargo. Lo que se espera de ella es que asuma con convicción que debe gobernar para todos y no solamente para quienes votaron por ella.

En la medida en que escuche a quienes no piensan como ella, fortalecerá su presidencia. Si quiere cambiar la dinámica de los aparatos de justicia habrá que escuchar a los ministerios públicos, jueces y ministros. Si quiere cambios en los institutos autónomos habrá que escuchar directamente a quienes los encabezan y quienes han pasado por ellos, algunos de los cuales están a su alrededor.

Su presidencia no sólo es nueva. Tiene que hacerlo apuntalada por una visión de futuro, moderna, integradora, haciendo a un lado la confrontación como forma de gobierno; es su tiempo y su momento.

RESQUICIOS.

En una muy aleccionadora conversación en Radio Congreso en Sitio Abierto, la senadora Olga Sánchez Cordero, el diputado Juan Ramiro Robledo y la diputada Amalia García coincidieron en que para que se alcancen los objetivos del nuevo Gobierno habrá que escuchar a todos, todos significan todos, hasta los que no piensen como “nosotros”.