Quebradero

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Un final que apunta tormentoso

Por Javier Solórzano Zinser

El final del sexenio está entrando en terrenos tormentosos, quizá no podría ser de otra manera. Tiene que ver con la polarización que vivimos, el proceso electoral y por las decisiones y declaraciones que ha venido haciendo el Presidente.

La toma de decisiones presidenciales llevan a abiertas confrontaciones y pueden estar tratando de impulsar hasta donde le es posible a Morena y sus candidatos. Presumimos que ha de tener información que lo debe tener un tanto cuanto inquieto, particularmente por el desarrollo que pueden tener los procesos electorales en algunas entidades y el Congreso, el cual le urge para el multicitado Plan C.

Señaladamente anotemos la capital del país, Veracruz, Morelos, más lo que pueda ocurrir en estados en manos de la oposición donde mantiene prevalencia en las encuestas: Jalisco, Guanajuato y Yucatán, a lo que hay que agregar las elecciones en las capitales de estos estados.

El proceso electoral se define el 2 de junio, no antes. No se sabe lo que pueda pasar, por ello resulta imprudente, entendiendo el sentido triunfalista que le quiere dar, la declaración de la candidata del Presidente de ya solamente hay que pasar el trámite del 2 de junio.

El Presidente no ha dejado de utilizar la mañanera para ejercer presión y opiniones. Está en su derecho, pero también es claro que en el proceso electoral hay reglas y normas a las que hay que acogerse. López Obrador trata de darle un giro al marco legal poniendo por delante “las decisiones del pueblo”, las cuales, nos hace ver que él personifica.

En varias ocasiones ha dicho que hay que hacer lo que decida el pueblo y para  ello ha hecho todo tipo de consultas, muchas de ellas improvisadas, que terminan en los términos en los que el Presidente las plantea, la consulta sobre el aeropuerto de Texcoco es un ejemplo acabado de ello.

En los últimos años hemos caminado sobre una delgada línea entre la legalidad y la visión del Presidente sobre la legalidad. Son muchos los cambios que exige la sociedad en el terreno legal, pero para llevarlos a cabo se requiere de consensos y, sobre todo, de un abierto debate sobre el orden bajo el cual vivimos. No se pueden resolver las cosas bajo una visión única que termina concentrando el poder y de alguna manera haciendo a un lado la democracia representativa y plural.

El Presidente está tratando de apurar sus proyectos diseñando las cosas para que en caso de no cumplirlos sea su candidata, en caso de que gane las elecciones, quien se encargue de la continuidad.

Todo lo que sea crítica al Gobierno y, particularmente al Presidente, será desacreditado. La reacción ante María Amparo Casar va al mismo tiempo por un asunto que si se requiere ser investigado habrá que hacerlo, pero también tiene que ver con un libro particularmente crítico, punzante y fundamentado al Gobierno.

De igual manera, se ha desacreditado el informe sobre la gestión de la pandemia en México. La reacción está más que por argumentos que muestren las imprecisiones del reporte de destacados científicos reconocidos a nivel internacional, por una serie de adjetivos a los cuales se ha sumado la candidata del Gobierno.

Se viene a confirmar que el Gobierno no tiene interés para su gobernabilidad intercambiar opiniones y escuchar voces diferentes. El no le cambien ni una coma tiene que ver con una dualidad en el debate. Por un lado, se está dispuesto a discutir y, por el otro, se cierra la puerta sin importar lo que se debata.

El fin del sexenio es probable que no esté siendo como lo imaginó López Obrador. Muchas cosas lo han rebasado y otras están siendo motivo de confrontaciones sin rumbo siendo que él las ha provocado.

RESQUICIOS.

De manera diáfana Bernardo Bátiz, exprocurador de la CDMX hace 20 años, a la pregunta sobre si recuerda haber tenido un encuentro con María Amparo Casar y Aguilar Camín. Aseguró que no lo recordaba, pero que si el Presidente que tiene muy buena memoria lo dijo, seguramente sí se dio.