Derechos, pero también obligaciones
Por Javier Solórzano Zinser
Si algo no le gustó a las y el candidato deberán asumir que el asunto debe ser considerado para el siguiente debate, pero el del domingo pasó directamente por el aval de ellas y él y de las organizaciones que representan.
Las primeras mediciones muestran que variaron poco o nada las encuestas. Se ha repetido insistentemente que los debates no acaban por ser una redefinición de las posiciones que guardan los candidatos. Va quedando claro que el primer debate generó expectativa, tuvo un muy buen nivel de audiencia, pero al final no movió los números de las encuestas de manera significativa; dicho de otra manera, se confirma la máxima de que los debates en la mayoría de los casos no mueven las tendencias.
Xóchitl Gálvez y los partidos que la han postulado pidieron que se suspendieran las mañaneras. Puede haber razones de fondo, porque es evidente que el Presidente no ha dejado de hacer campaña, como lo ha venido haciendo a lo largo de toda su administración. López Obrador tiene como forma de vida estar en campaña, es su estado natural.
El lunes el Presidente ponderó el debate y hasta dijo que hubo abrazos. Al día siguiente, recriminó las preguntas asegurando que todo era crítico a su Gobierno, como si nada estuviera bien. No queda claro si el asunto también incluya a su candidata.
Por razones dignas de consideración, seguramente el INE determinará este día que no aprobará la propuesta de suspender las mañaneras. El ejercicio presidencial se establece a través de derechos y obligaciones. El problema que tenemos desde el inicio del sexenio es que el Presidente se centra en los derechos, más bien en sus derechos, y no pasa por el terreno de las obligaciones.
En algunos temas López Obrador apela al olvido o entra en los terrenos de la memoria corta bajo el supuesto de que al paso del tiempo las cosas pasan a segundo plano. La postergación una y otra vez de que tendremos un sistema de salud como el de Dinamarca prueba que apela a sus altos niveles de popularidad, sin reparar lo que significa que un día diga una cosa y al día siguiente otra.
Reconociendo que el INE tiene que cambiar muchas de sus áreas se debe recordar de nuevo, que su desarrollo se ha definido en función de lo que hace algunos años la oposición que encabezaba López Obrador propuso y quería, reiteramos con razón.
Se hicieron los cambios sobre asuntos tan importantes como la participación del Presidente en el proceso electoral. Las experiencias en sexenios anteriores evidenciaron la intervención flagrante de presidentes en la definición de la elección sin que hubiera repercusión alguna, recordemos particularmente la del 2006.
López Obrador no deja ni dejará de hacer referencias sobre el proceso electoral. No va a considerar que muchas de las leyes que tenemos forman parte de consensos producto de experiencias directas de todos los actores políticos sobre las elecciones. Las muchas críticas que cotidianamente hace pueden tener su razón de ser; sin embargo, tenemos un proceso en marcha y sobre el cual tenemos que regirnos, porque no podemos cambiar las reglas a la mitad del proceso por todo lo que implica y provoca.
Las controversias políticas son parte esencial del desarrollo de un país. El respeto a las leyes se convierte en la esencia que permite la convivencia y en el caso de las elecciones el respeto a las reglas que se ha impuesto por consenso la sociedad.
No tiene sentido suspender las mañaneras. Lo mejor sería, sin dejar de estar en los terrenos de las controversias políticas, entender que son fundamentales los derechos como son fundamentales las obligaciones, no existe lo uno sin lo otro.
RESQUICIOS.
El asunto del agua contaminada en la Benito Juárez se complicó por la confusión y porque se fue politizando en el absurdo. Se denunció con tiempo, se le pidió a las autoridades atención, se cerraron por horas avenidas como Insurgentes y ni así; lo que queda claro es que los vecinos no se van a dejar.