Estar sin estar
Por Javier Solórzano Zinser
Se podrán hacer muchas conjeturas sobre la forma en que gobernaría, en caso de que gane las elecciones, Claudia Sheinbaum, pero por ahora no hay manera de saberlo.
Se plantea que las cosas difícilmente podrían adquirir una dimensión distinta de lo que se está viviendo ahora debido al poder que mantiene el Presidente y por lo que significa el paquete de reformas del 5 de febrero.
También se especula que en el momento en que Sheinbaum pudiera tener la banda presidencial, las cosas podrían adquirir una dimensión distinta de lo que hoy se ve. En muchos casos parecen ser más bien deseos de una gobernabilidad diferente de la que hoy tenemos.
Todo es conjetura, pero hay signos que muestran que difícilmente el Presidente se iría a su rancho. No sólo se trata del paquete de reformas, sino de lo que ha hecho a lo largo de su sexenio bajo el intento de trascender lo que está haciendo hoy a futuro.
Para nadie es un secreto porque todo esto ha sido la historia del sexenio. Claudia Sheinbaum se ha asumido como parte de esa continuidad. No cabe el cuestionamiento al respecto, porque ella ha sido parte de la construcción de lo que llaman 4T.
No tiene sentido cuestionarla, porque es parte de un proceso de muchos años en donde ha jugado un papel preponderante como funcionaria, delegada y Jefa de Gobierno, es parte medular de lo que llaman la 4T. Quienes quieren verla romper con el Presidente pierden de vista que forma parte del proyecto de López Obrador y es además una figura hasta cierto punto determinante y preponderante; ni más ni menos que la candidata del Presidente.
Los cuestionamientos deben de estar por otro lado. Hay signos de que el Presidente va a estar sin estar. Quiere decir que está desarrollando una estrategia para que todo lo que ha venido haciendo tenga una continuidad en donde, a querer o no, siga siendo una figura preponderante. En sentido estricto no tiene por qué haber rompimiento entre su candidata y él, la cuestión está en qué capacidad real de gobernabilidad va a tener Claudia Sheinbaum, no tanto por sus atributos y capacidades, sino porque la figura del Presidente no va a dejar de ser un factor de primera importancia.
Para López Obrador el futuro tiene alta dosis de inédito, porque va a enfrentar un momento de su vida política en donde tendría que pasar en definitiva a segundo plano. No queda claro qué tanto va a aceptar ese nuevo rol con todo y lo que sistemáticamente declara sobre ello.
Hay fuerzas al interior de Morena que no han dejado de insinuar la continuidad de López Obrador. No hay cómo, de no ser que tuviéramos escenarios imprevistos que colocaran situaciones de excepción, lo cual no pareciera que pudiera suceder; sin embargo, queda claro que todo está por escribirse, estamos además ante una sucesión que tiene tintes de excepcional.
Lo es, porque en caso de que gane Claudia Sheinbaum el Presidente lograría una continuidad que en recientes administraciones no ha sido posible. Sumemos el hecho de que con todas las limitaciones del caso el Gobierno de López Obrador es diferente en forma y fondo en lo general al de las pasadas administraciones.
Lo que está tratando es que se logre asentar su proyecto a pesar de que muchas cosas son confusas, limitadas y dejan un terreno amplio de dudas y un futuro cuestionable.
La candidata del Presidente, en caso de que gane, no va a romper con él. Se asume obviamente como una continuidad con todos los pormenores que esto puede tener. No tiene sentido menospreciarla, pero no deja de ser inquietante lo que vaya a hacer con el inquilino de Palacio Nacional, en caso de ganar, quien está visto anda en el estar sin estar.
RESQUICIOS.
Estando los ánimos al límite, es fundamental que el Gobierno haga justicia lo más pronto posible ante el caso del normalista asesinado. Salvando las distancias, si algo perturbó de manera significativa la investigación sobre la desaparición de los 43 estudiantes fue el tiempo y la falta de sensibilidad.