Entre debatir y hacer tiempo
Por Javier Solórzano Zinser
El Congreso ha echado a andar 41 foros para debatir las reformas presidenciales. Siendo que el periodo ordinario termina el 30 de abril no pareciera que les dé tiempo para poder llegar a conclusiones.
Bajo el todo puede pasar, podrían proponer un periodo extraordinario para una eventual aprobación. El problema es que estaría en medio del desenlace del proceso electoral y posteriormente a éste tendrían el inconveniente de que ya habría un resultado electoral que podría colocar nuevos equilibrios en el Congreso, lo pueden hacer, pero se tendrían que considerar las consecuencias políticas de ello.
Es paradójico que en esta ocasión el oficialismo quiera debatir cuando en otros casos no lo ha hecho, como pasó con la aprobación de una serie de reformas del “viernes negro”. Si de nuevo nos metemos en debates para que al final no se le pueda cambiar ni una coma, no van a tener mucho sentido por más que quieran hacer tiempo. El oficialismo asegura que está dispuesto a debatir para llegar a acuerdos, según la presidenta de debates del Senado.
No puede pasar la oportunidad de debatir una serie de reformas que en esencia buscan, más allá de filias y fobias, favorecer a las mayorías. Algunas de ellas han sido compartidas por la oposición por la importancia que tiene elevar a rango constitucional derechos para la ciudadanía.
Parece ser que los ánimos exaltados, producto de la forma en que fueron presentadas y se ha interpretado, las reformas están en otro momento. La oposición sabe que se mueve en dos aguas. Por un lado, ha hecho una férrea crítica al Presidente por la presentación de las reformas en el actual momento en que busca, se interpreta con razón, colocarlas como parte de la agenda legislativa y meterlas en las elecciones.
Por otra parte, está a la vista que el proyecto forma parte de agendas comunes, independientemente del uso político que el Presidente está haciendo de las reformas. La oposición no puede oponerse, porque además de que el Presidente buscaría evidenciarla, apelando por enésima ocasión al lugar común de “enemigos del pueblo” en pleno proceso electoral, en sentido estricto son importantes para el desarrollo de los ciudadanos.
Los tiempos son claves. No es casual que MC se haya adelantado proponiendo que se aprueben casi en automático 11 de las 20 reformas, las cuales tendrán el pleno apoyo de los legisladores del partido. Lo que buscan es darle la vuelta a la página lo más pronto posible para entrar en otro tipo de debates y dejar libre el proceso electoral, “los retamos a que lo hagan”.
Sin embargo, no se ve que esto vaya a pasar. Ayer en un debate en Radio Congreso, “Sitio Abierto”, quedó claro que el oficialismo quiere debatir todas las reformas, lo que se interpreta como una estrategia para ganar tiempo y dejar al límite la posibilidad de su eventual aprobación, pero, sobre todo, para no dejar de discutir las reformas y tenerlas en el centro de la agenda político-electoral.
Hace bien la oposición en entrarle al debate. Independientemente del ruido político, es claro que es un momento que permite afianzar y cambiar elementos clave para la ciudadanía y su relación con la sociedad. El Presidente lo sabe y es por ello que particularmente en este momento las reformas fueron enviadas a Diputados, la cual es la cámara de origen.
A la oposición no le queda de otra que entrarle al debate, se suman la convicción y el no dejar la plaza vacía. Lo que puede hacer diferente las cosas es que en vez de oponerse por principio plantee ante cada una de las reformas su perspectiva y lo que quiere. Esto puede hacer la diferencia, porque de que las reformas requieren debate y revisión no hay duda.
RESQUICIOS.
Con el reconocimiento de que “respetuosamente” el Presidente hacía observaciones atendidas al entonces presidente de la Corte Arturo Zaldívar, quien renunció para irse corriendo con Claudia Sheinbaum, se fortalecen los indicios de para qué quiere López Obrador el máximo tribunal de justicia.