Quebradero

Share

¿No sirven para nada?

 

Por Javier Solórzano Zinser

La propuesta de desaparición de los organismos autónomos tiene muchos vericuetos. Uno de ellos es que el Presidente quiere dejar establecido que, a pesar de que difícilmente lo podrá lograr, intenta dejar testimonio de que trató de desaparecerlos, porque para él “no sirven para nada”.

Detrás de esta contundente expresión no existe una evaluación que coloque en el debate pros y contras de los institutos. Se trata de desacreditar y de crear entre sus millones de seguidores la idea de que con el ligero y simple “no sirven para nada”, dejar establecido que efectivamente no sirven, sin que de por medio se presente un análisis de las cosas explicando el porqué de una expresión tan contundente.

A pesar de la fuerza declarativa y la narrativa presidencial, no puede darse por bueno entre sus millones de seguidores una expresión que no tiene argumentos que expliquen el porqué de una afirmación que de tajo desacredita a todos los organismos autónomos. Como al Presidente no le gustan, pareciera que nomás por esa razón tiene razón.

Hasta ahora, al igual que otras afirmaciones pareciera que basta con lo que dice López Obrador. Se habló de que en el aeropuerto de Texcoco todo era corrupción, pero hasta ahora no hay una sola persona detenida. Se habló de que Emilio Lozoya era responsable de una infinidad de delitos, pero pareciera que en cualquier momento podría terminar en libertad. Se habló de que la Estafa Maestra sería castigada severamente, pero Rosario Robles, como fuere, está en la calle.

Al igual que estos asuntos hay muchos otros. El Presidente está tratando de llevar a cabo una transformación, pero en muchos casos no existen elementos base que pudieran explicar de manera puntual las críticas que ha venido haciendo a instituciones que, en su momento, tuvieron su razón democrática de ser y que ahora si bien merecen una revisión, incluso transformación, no se pueden tirar a la basura nomás porque al titular del Ejecutivo no le gustan.

El otro componente es el económico. Es cierto que son instituciones que tienen un costo, pero en muchas ocasiones se habla de esto sin fundamento. Hace varios años ya los propios comisionados y comisionadas del Inai decidieron rebajarse el salario.

Otro ejemplo reciente fue la carta de la ministra Norma Piña sobre los fideicomisos del PJF. Es cierto que la carta de la presidenta de la Corte tiene muchos vericuetos, pero en esencia estaba la propuesta de abrir una conversación sobre el qué hacer con los fideicomisos, los cuales en algunos casos pudieran ser utilizados para las víctimas de Acapulco.

Sin embargo, no casualmente la titular de Gobernación interpretó el tema de la misma manera que el Presidente y quedó la impresión que pudo haber estado en la puerta de su oficina esperando que llegaran los fideicomisos.

A partir de ahí el Presidente ha dicho que la ministra no ha cumplido lo que dijo, lo cual, reiteramos, no lo dijo en los términos en los que lo interpretó López Obrador. Se propuso abrir la conversación, pero no está en la ministra determinar el destino de los fondos, los cuales son de los trabajadores del PJF.

Los estigmas, estereotipos, verdades a medias, las versiones e interpretaciones unilaterales y a conveniencia rompen la posibilidad del debate. No se puede decidir sobre temas en que no se escucha a los involucrados. Ésta ha sido una constante estos años. Se deslindan o buscan decidir sin preguntar, porque muy probablemente se sabe lo que se puede enfrentar si se consulta y dialoga.

¿No sirven para nada los organismos autónomos, o más bien lo que quieren son instituciones a modo?

RESQUICIOS.

Por ahora no hay manera de decidir sobre cambiar las jornadas laborales a 40 horas a la semana. En las mesas que participamos del Parlamento Abierto no se encontraron coincidencias que pudieran establecer un acuerdo. Es tema prioritario, pero no se puede decidir sin un debate nacional que lleve a acuerdos de todos los actores de la Reforma Laboral; será en febrero.