Quebradero

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Texcaltitlán. Se veía venir

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

De alguna manera se veía venir lo sucedido en Texcaltitlán en el Edomex. Presumimos que debieron tener en el radar las autoridades lo que se venía dando en los últimos meses.

Sonaron muchas voces de alerta. La población se fue cansando sin encontrar en la autoridad la posibilidad de atender su problema. Lo sucedido en la cancha de futbol fue brutal y no podemos soslayar la trascendencia que tienen los hechos bajo las condiciones en las que viven algunas comunidades.

No estamos ante algo que se haya dado de manera intempestiva. Se dieron muchos avisos de lo que podía pasar y las propias autoridades de la comunidad le hicieron ver a la Guardia Nacional y al Gobierno del estado los problemas que estaban enfrentando; cada vez se les pedía más y cada vez en Texcaltitlán iban teniendo menos.

Se presume que lo que viene va a ser todavía más violento. La razón es que La Familia Michoacana seguramente buscará venganza lo que llevará a que entremos a una confrontación mucho más violenta ante la eventualidad de que se formen grupos de autodefensa como ha sucedido en otros municipios.

En Michoacán hechos de esta naturaleza fueron el detonante. Recordemos cómo los ciudadanos al ser medidos y despojados optaron por defenderse.

Hipólito Mora fue uno de los primeros en echar a andar las autodefensas. Nunca dejó de hacerlo, porque nunca se resolvieron las cosas, terminó asesinado de manera ruin a dos calles de su casa ante la impotencia en medio de la impunidad, Hipólito fue atacado durante 30 minutos sin que nadie lo auxiliara.

Las autoridades no ayudaron a los habitantes de la llamada Zona Caliente y todo terminó en un proceso en donde a la gente no le quedó de otra que defenderse con todas las secuelas que lamentablemente han tenido. Desde hace muchos años se vive en la zona una confrontación interminable que se extiende a los campos de aguacate producto joya de nuestro país.

A los habitantes de Texcaltitlán se les acabó la paciencia. La soberbia de los integrantes del cártel los llevó a pensar que podían intimidarlos y no se dieron cuenta que enfrente tenían a ciudadanos que no estaban dispuestos por ningún motivo a seguir aceptando las agresiones, las extorsiones y la violencia.

De nuevo llama la atención la narrativa en la cual el Presidente coloca los hechos. Hace unos pocos días se refirió de manera ligera al asesinato de cinco jóvenes universitarios en Celaya. Dijo que habían ido a comprar droga a los dos días de los hechos. Todo indica que las familias no sabían nada sobre qué le había pasado a sus hijos y, peor aún, acabó revictimizando a las víctimas.

En el caso de Texcaltitlán el Presidente no reaccionó de inmediato. Solicitó que todos luchemos contra la extorsión y la violencia, pero de por medio está la ausencia de la autoridad y como suele suceder ahora seguramente mandarán a la Guardia Nacional, al Ejército y a la Marina.

Lo más delicado de este asunto es que como en otros casos las comunidades terminen por hacer justicia por propia mano, lo cual en sentido estricto no tiene nada de justicia. Es la violencia la que prevalece y el peso del más fuerte en el momento. No había manera de que hubiera algún tipo de prudencia, porque las cosas habían llegado al límite y porque los habitantes estaban indignados ante algo que ya tenía tiempo de haberse presentado.

Queda claro que no es la primera vez ni va a ser la última que se presenten hechos de esta naturaleza mientras vivamos bajo la ley de la violencia y el peso social de la delincuencia organizada. Un hecho que llama poderosamente la atención es que el Gobierno estatal y federal no hayan tenido en su radar lo que se podía presentar en cualquier momento; se veía venir y queda la  impresión de que no hicieron nada.

RESQUICIOS.

Fue tormentosa la elección del nuevo presidente del Inai. Mientras esto se daba vale la pena reconocer el gran trabajo en momentos particularmente rudos de quien dejó el cargo el día de ayer, Blanca Lilia Ibarra.