Quebradero

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El lodo

 

Por Javier Solórzano Zinser

Estamos viendo sólo el inicio. El descrédito va a ser uno de los ejes en las campañas electorales. Ya tenemos indicios de que se van a dar con todo.

Tantos ataques a Xóchitl Gálvez son sinónimo de que la hidalguense le abrió un boquete al Presidente y a Morena. Están buscando a como dé lugar resquicios para evidenciarla, para colocarla contra las cuerdas y desacreditarla.

Ahora resulta que quieren tirar su casa a partir de una denuncia de un exdelegado que mientras estuvo al frente de la dependencia no hizo absolutamente nada. Se trata de atacar siguiendo la estrategia del inquilino de Palacio Nacional para quedar bien y en una de ésas hasta acomodarse.

Señalarla y fustigarla es contraproducente, porque Xóchitl puede pasar de ser acusada a ser víctima y bien se sabe que la ciudadanía acaba teniendo una cierta identidad con quienes son atacados desde el poder.

En los excesos se les va pasando la mano. Hacer público dónde vive alguien como Xóchitl en más de algún sentido la expone y más en tiempos políticos, a pesar de que las circunstancias por ahora le favorezcan a la candidata del partido mayoritario.

En cierto sentido, se aplica aquello de que quien no quiera ver fantasmas que no salga en la noche; sin embargo, se tiene que buscar la manera de respetar la vida privada por lo que puede afectar a familiares y amigos que no tengan nada que ver en todo esto.

Esto no es nada nuevo. No es un fenómeno nacional es un “elemento” de la política en que se trata de evidenciar al otro para hacerlo a un lado, lo cual, aunque resulte extraño, tiene su razón de ser.

No va a ser lo único que va a enfrentar Xóchitl Gálvez, como seguramente vamos a ver muchos pasajes más en que se trate de desacreditar a aquellos y a aquellas que busquen un cargo público, de lo cual no va a estar exenta la misma Claudia Sheinbaum, quien ya ha recibido varios intentos de descrédito con la diferencia que a la hidalguense se le han ido encima con la maquinaria que encabeza el Presidente.

No se alcanza a saber del todo cuáles son los efectos que tiene entre el electorado este tipo de estrategias.  Se trata de desacreditar para evidenciar y colocar al adversario hasta en el ridículo.

En una de las candidaturas de hace ya varios años de Cuauhtémoc Cárdenas en un muy conocido noticiario de televisión, que, por cierto, al paso del tiempo han hecho ver como si hubiera sido democrático, a través de asuntos de carácter personal y familiar trataron a toda costa de desacreditar al ingeniero. Poco o nada importó lo que pensó, dijo y explicó Cárdenas en su momento.

Si el intento absurdo de descrédito de aquellos años tuvo efectos en la ciudadanía no es fácil saberlo, lo cierto es que fue una muestra más de que las elecciones son parte de una lucha política en donde cada vez van importando menos las reglas, la civilidad y el respeto al otro. Lo que se reveló fue una vez más el contubernio entre el poder político, económico y mediático. Nadie se sorprende, lo que no debe suceder es pasarlo por alto, por lo que se nos viene y lo que hemos visto y vivido.

Los procesos electorales tienen ahora muchos más instrumentos para desarrollar campañas negativas. No hay manera en una gran cantidad de casos de frenarlas, a pesar de lo que puedan decir las leyes, las cuales en una gran cantidad de casos tienen a los propios partidos que se encargan de reinterpretarlas o darles la vuelta.

La forma en que el oficialismo y la oposición adelantaron tiempos sin importar las leyes es prueba inequívoca de ello, no dijeron que iban a elegir candidatas porque hubiera sido un exceso más.

Más vale que nos hagamos a un lado con todo el lodo que se andan tirando y se van a tirar.

RESQUICIOS.

Para explicar que no hubo agresión en contra de Ceci Flores y las madres buscadoras se dijo que los disparos fueron hacia arriba. Hayan sido hacia arriba o hacia donde fuere, lo que importa es lo que provoca y que lleva a la intimidación, el temor y la impunidad.