La batalla legal será interminable
Por Javier Solórzano Zinser
Xóchitl Gálvez está puesta a diario a lo que se suman los intentos de evidenciarla por la razón que se quiera. El Presidente está en el tema todo el tiempo que le sea necesario y más en la medida en que vaya creciendo.
Insistimos que no encontramos por ahora elementos de una posible victoria de la oposición. Lo que sí está pasando es que el Presidente aprecia que Xóchitl Gálvez puede ser un personaje que le quite votos a Morena y que, eventualmente, pueda poner en evidencia la estrategia que se ha desarrollado con las corcholatas.
Estos días la atención ha estado más en la hidalguense que en cualquiera de las corcholatas. Mucho tiene que ver el Presidente, pero también mucho tiene que ver la estrategia que considerará el Presidente que tiene que instrumentar en función de los escenarios que iba previendo.
Tiene lógica que en careos recientes la hidalguense sea quien más va creciendo. Una razón importante está en que se le va conociendo en zonas del país en que no se sabía de ella a lo que se suma que sus confrontaciones con el Presidente le vienen bien a quienes se manifiestan en contra de él.
Lo que de manera paralela debiera ser motivo de análisis es que hasta cierto punto se han estancado las corcholatas. Se han movido poco los números, habrá que ver qué pasa cuando metan el acelerador de la mano de la maquinaria del Gobierno y del partido.
López Obrador está tratando de abrirle flancos a Xóchitl Gálvez. Podría estar partiendo de que la hidalguense será la candidata del Frente Amplio. Lo que podría estar buscando ante ello es construir en torno a ella críticas para que se vaya creando la idea de que es una mujer a quien le acompañan al menos irregularidades.
Cada vez hay más indicios de que la tarea no va a ser fácil, porque Xóchitl no se va a dejar y va a responder como lo ha venido haciendo en todos los terrenos que le sea posible. La virulencia con la que se le ataca y los excesos cuando se le defiende muestran que ya se colocó como un personaje que se ha posicionado en el imaginario colectivo, entre unos y otros.
La insistencia del Presidente en señalar a los jueces y autoridades electorales que le estén conminando a que atempere sus ánimos y que no se refiera de la manera en que lo ha hecho sobre Xóchitl se ha convertido en una nueva plataforma de crítica hacia los aparatos de justicia. Estos días, incluso, ha amenazado con desaforarlo debido a que según el tabasqueño lo que quieren es silenciarlo.
Desde hace tiempo estamos en un terreno pantanoso provocado por las leyes. Por un lado, los jueces determinan en función de la aplicación de las leyes, pero, por otro, el Presidente interpreta que lo que quieren es atacarlo o limitarlo cuando lo que está de por medio en la mayoría de los casos es el marco legal.
Que el Presidente diga que no es cierto que dijo lo que dijo tiene que ver con una interpretación que hace sobre la forma en que ve las cosas. No quiere decir que no sea responsable por más que incluso llame a la titular de Gobernación para sacar el currículum de jueces y del presunto equipo legal que se asegura asesora a la hidalguense.
Lo que está sucediendo, hizo que el Presidente reviviera a la mafia del poder a la cual tiene asesorándole. La cuestión está en si la defensa sobre las acusaciones y referencias en contra de Xóchitl Gálvez están siendo respondidas en el marco de la ley.
No hay dueños de la verdad. Andamos entrampados en la riqueza de la interpretación de la Constitución. El poder del discurso sigue siendo una de las aristas de la gobernabilidad; estamos sólo en el comienzo de una elección que bien se la podría pasar en los tribunales.
RESQUICIOS.
Van a cuidar hasta donde le sea posible a López-Gatell. Se ha solicitado que comparezca ante el Legislativo y nomás no, se trata de algo tan necesario y elemental como que rinda cuentas; es lamentable. Por algo lo han de cuidar, por el mismo camino va la titular de la SEP; todo a la vieja usanza.