Quebradero

Share

¿El principio del fin del partidazo?

 

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

El PRI se juega en el Edomex buena parte de lo poco que le queda. A nivel nacional se va quedando solo por más que pudiera eventualmente ganar las elecciones en Coahuila.

Está más que documentado que el Edomex ha sido el gran bastión histórico del tricolor. No sólo es por lo que significa en términos de municipios y por la gran cantidad de votantes, sino también porque convirtió al estado al paso de los años en una especie de entidad inalcanzable en el que hacía materialmente lo que quería y que le permitía desde Atlacomulco controlar el partido, imponer candidatos y con dinero que salía del estado apoyar al tricolor en otras entidades para ganar elecciones.

Hace seis años Alfredo Del Mazo ganó, sobre todo, porque se echó a andar la maquinaria y porque la maestra Delfina no alcanzó a consolidarse del todo entre los votantes. Morena perdió porque le echaron el aparato encima, pero también porque el gran apoyo de López Obrador, que había tenido en otras ocasiones, no terminó por empujar hasta el final. Se interpreta que optó por hacerse a un lado quizá para no desgastarse y exponerse tomando en cuenta lo que tenía por delante.

Hoy las cosas son distintas. No sólo porque la maestra va por una segunda oportunidad con una mayor presencia en todo el estado, sino también porque desde Palacio Nacional se han encargado de hacer campaña por ella, a diferencia del papel jugado por el gobernador priista.

Lo que es un hecho es que la maestra no es muy diferente de la que conocimos hace seis años. El Presidente la placeó, la hizo titular de la SEP buscando que sea aún más conocida, pero al final su balance como titular de la Educación acabó siendo en algún sentido intrascendente.

Si Del Mazo ha decidido, por la razones que se quiera, optar por el bajo perfil es evidente que se establecen aún más las posibilidades morenistas. Anteriormente, muchos gobernadores han optado por no figurar de manera relevante un poco por temor y otro tanto para tratar de buscar cierta certeza en su futuro.

Es difícil predecir en los procesos electorales lo que puede pasar el mismo día de las elecciones. Pero tomando en cuenta la fuerza que ha adquirido Morena en el estado y lo que le importa la elección al Presidente, todo apunta a que la movilización de militantes y simpatizantes del partido va a marcar con contundencia la diferencia.

Es un enigma lo que va a pasar en municipios priistas y panistas. No se puede soslayar la fuerza del tricolor, pero hay claras evidencias de que en los últimos años un buen número de militantes del PRI se han convertido en morenistas sin pudor alguno. Una de las grandes claves que pueden definir la elección tiene que ver con qué tanto las candidatas emocionaron a la ciudadanía.

El abstencionismo es una de las grandes vertientes que puede tener la elección. Algunos analistas plantean con razón que con una participación alta será beneficiada la candidata de la alianza, en tanto que si la votación alcanza el 50% el triunfo sería para la maestra.

Lo que ha prevalecido en estos meses ha sido una campaña un cuanto tanto sosa. Llama la atención que no hayan estado en la mesa las acusaciones de hechos de corrupción que existen hacia las dos candidatas. Se aguantaron o de plano hicieron un pacto para no hablar del tema.

La elección está lejos de definir el 2024. Lo que sí va a definir es el futuro del PRI. Una derrota, lo cual es altamente previsible, lo va a dejar a la intemperie; quizá ahora sí estaríamos ante el fin del partidazo.

RESQUICIOS.

Qué habrá negociado Morena para que el impresentable Verde hiciera a un lado groseramente a Lenin Pérez, y ayer el PT hiciera lo propio con Ricardo Mejía. No les va a servir de mucho su desaseo, descrédito y oportunismo. Se exhiben y queda claro que ya van sellando su futuro por si alguien dudaba cuál sería.